• Cortina de Humo / Francisco Leal

martes, 30 de julio de 2013

Montañas de libros y un dedo sin nombre

ILUSTRACIÓN DE MAX.

El mercado editorial vive la consolidación de los grandes grupos de los países emergentes

Predominio de la publicación de libros educativos y profesionales


Publicada la nueva y más fiable clasificación de la edición mundial, realizada a partir de los datos de la consultora Rüdiger Wischenbart. En 2012, 59 grandes grupos de 16 países alcanzaron un volumen de negocio de 57 millardos de euros, lo que no está nada mal en estos tiempos. Las novedades se centran en la aparición y consolidación de grandes grupos editoriales de las naciones emergentes —China, Rusia, Brasil, India, Indonesia, Sudáfrica— y en el evidente predominio de la edición educativa y profesional. El primer puesto del ranking lo sigue ostentando la británica Pearson (6.913 millones de euros), cada vez más centrada en el negocio educativo. Random House (2.142 millones de euros y más de 10.000 títulos publicados), la filial de Bertelsmann, asciende de la 8ª a la 5ª posición del palmarés, favorecida por el éxito global de la serie Cincuenta sombras de Grey y por el control de la mayoría de Penguin (cedida por Pearson). Planeta (1.675 millones de euros), el primer grupo editorial español, desciende de la 6ª a la 8ª posición a consecuencia de la contracción del mercado interior y de la restricción a las importaciones de libros en Argentina, pero sigue presente en 25 países con más de un centenar de marcas diferentes. El segundo —y último— grupo español en la lista de oro es Santillana (734 millones de euros), la división editorial de Prisa, que ocupa el puesto 25º (el 24º en 2011) y logra bandear la crisis del mercado interno con un aumento estratégico de su penetración en Latinoamérica. En general, los megagrupos de los países más afectados por la crisis (España, Japón) son los que pierden posiciones respecto al año pasado, aunque la mayor movilidad se registra en la segunda mitad de la tabla, en la que abundan las editoriales de los países emergentes. Por lo demás, y según datos proporcionados por la Agencia Española del ISBN, la edición en nuestro país sigue adoleciendo de cierto minifundismo: el año pasado 21 sellos (el 0,6% del total), que publican más de quinientos títulos anuales, fueron responsables del 20% de todos los publicados; mientras que, en el extremo opuesto, otros 1.562 (el 47% del total), con un ritmo de publicación menor de 5 libros/año, totalizaron el 3% de los títulos.
Joyceana
Conmoción en el ultraconservador y cerradísimo gremio de los eruditos joyceanos por la reciente publicación por la editorial irlandesa Ithys Press de un “inédito” del autor de Ulysses (1922), quien afirmó haber introducido en su obra maestra suficientes “enigmas y misterios” como para mantener a los profesores ocupados durante siglos. El pequeño volumen, que se publica en edición de lujo de tan sólo 180 ejemplares (10 de ellos, diseñados por el artista sevillano especialista en “marmolado” Antonio Vélez Celemín, se venden a 2.500 libras), se titulaFinn’s Hotel y reúne un conjunto de prosas a las que Joyce llamó irónicamente epicletos (“pequeñas épicas”). Se trata de breves viñetas o cuadros narrativos de carácter serio-cómico que tratan diversos aspectos del modo de ser y de la historia de los irlandeses, y que fueron compuestos en 1923, quizás como distracción o descanso de la ingente dedicación al Ulises. Aunque algunas ya habían sido publicadas, ahora aparecen todas juntas y con el título unitario que, al parecer, les destinaba Joyce. Algunos eruditos creen ver en ellas esbozos o esquemas para Finnegans Wake (1938), aunque otros tienden a pensar que se trata de una obra distinta que fue rápidamente abandonada por el autor. El paso a derecho público de las obras de Joyce en 2011, cuyos herederos ejercían un riguroso control sobre los textos (recuérdese que Cátedra tuvo que retirar de las librerías su edición deUlises), ha provocado una pequeña avalancha de reediciones y nuevos comentarios. En España acaba de aparecer Sobre la escritura (Alba), una breve antología de textos joyceanos sobre el proceso creativo y sus aledaños en la que también se incluyen algunos fragmentos autobiográficos.
Accidente
Se habla a menudo de la RAE, pero rara vez para encomiar su decisiva contribución a la salud colectiva (y no me refiero a la intelectual). Lo cierto es que desde que la docta, longeva y todavía falócrata institución pusiera su diccionario en Internet y en abierto ha descendido ostensiblemente el número de accidentes laborales en el gremio de los escribidores y, en general, entre todos los interesados por la lengua común de casi quinientos millones de hispanohablantes. La última edición en papel y encuadernación de lujo (otro chollo para Espasa) fue la 22ª, publicada en octubre de 2001: su tamaño y volumen la hacían difícilmente manejable, y su peso (3,5 kilos) la convertía en un arma temible, sobre todo cuando se deslizaba por accidente de las manos o el atril y se estrellaba contra los sufridos dedos de los pies del usuario, causándoles todo tipo de moratones y estropicios. La última vez que sufrí uno de esos percances fue la semana pasada, cuando una interrupción del servicio de mi proveedor de Internet me llevó a consultar el ya arqueológico tomo, que guardo como reliquia en la estantería de los libros de consulta, muy cerca del imprescindible y (doblemente) voluminoso Diccionario del español actual (Aguilar), de mi admirado Manuel Seco y sus colaboradores, y de una vetusta edición delDictionary of Modern Phrase and Fable, de Brewer’s. Un tonto descuido provocó la caída del mamotreto y el consiguiente aplastamiento del cuarto dedo de mi pinrel izquierdo, causándome un considerable dolor que me suscitó un exabrupto casi tangente a la blasfemia, previo a que el apéndice (antes) articulado adquiriera un color cárdeno formado por una ilimitada gama de tonos entre el carmín y el azul índigo. Desde entonces mi susodicho dedo permanece enfundado en una férula protectora que impide su roce con el calzado, por lo que me siento algo más aliviado, gracias. Y, además, ya vuelvo a disponer de Internet, con lo que se aleja el peligro de una repetición del accidente. La paradoja es que recurrí al diccionario porque siempre me ha extrañado la inexistencia (o quizás desuso) de un término castellano que designe precisamente los dedos de los pies. Los ingleses tienen sus toes, los franceses sus orteils y los alemanes sus zehen, pero nosotros debemos conformarnos con el casi perifrástico “dedos de los pies”. Lo mejor de todo es que, con el regreso de Internet pude enterarme de que, además de los médicos, que lo utilizan frecuentemente, al menos en México y en Chile los lugareños que desean más precisión se refieren a los delicados apéndices como “ortejos”, sin duda un derivado de la misma raíz latina que orteil. El DRAE no recoge dicha palabra, lo que no deja de sorprender en un diccionario que se quiere panhispánico. Quizás fuera a cuenta de esa ausencia por lo que ayer tuve un extraño sueño en el que todas mis extremidades eran de palmípedo, incluyendo una coquetona membrana interdigital como la que luce con orgullo Leni, la amante de Josef K en El proceso (1925), tan bien interpretada por Romy Schneider en la peli (1962) de Orson Welles

via: EL PAIS

lunes, 29 de julio de 2013

Librerías, libros y discoverability




Las cuestiones planteadas en “¿Quién quiere un mundo sin librerías?” y en “Las librerías deben asociarse a bibliotecas y museos, y cerrar”, invitan, necesariamente, a preguntarse para qué sirven las librerías físicas (las de ladrillo y mortero, dirían en inglés) en la industria del libro y en la sociedad actual. Si no se puede responder con claridad y precisión a una pregunta tan simple, quedan dos posibilidades, que las librerías hayan dejado de cumplir el papel que alguna vez tuvieron o que estemos dejando de ver el que todavía cumplen.
Las librerías dejaron de ser lo que eran
Aunque no parece plausible que las librerías hayan perdido completamente su función dentro de la cadena de valor del libro, lo que sí es un hecho es que esta se transformó claramente; aunque esta transformación comenzó mucho antes de la llegada de Internet –a la que se le responsabiliza de lo bueno y de lo malo–. 
Desde el momento en el que los libros comenzaron a ser vendidos y comprados en puntos de venta no convencionales, la posición de las librerías cambió, ya no contaban con la comercialización exclusiva del producto para el que habían sido creadas y, además, debían competir con canales de comercializan con una lógica distinta y, muchas veces, más potentes y ágiles, por lo menos en lo que a estrategias de mercadeo y promoción se refiere. Sin embargo, esto no impidió que estas se multiplicaran –modestamente– y mantuvieran el aura de espacio cultural al que, por ejemplo, una gran superficie –a veces ni una misma cadena de librerías– podría aspirar. 
Posteriormente, las librerías tuvieron que enfrentar nuevos desafíos. Por una parte, las leyes que rigen el mercado contribuyeron a la aparición de los centros comerciales o shopping malls. De un momento a otro, esto sí que era difícil de prever, la gente empezó a frecuentar más espacios que concentraban el mayor número de tiendas posibles –y de opciones para gastar su dinero– y menos las calles, donde históricamente se ubicaban las librerías y otros comercios. Las que no pudieron trasladarse a los centros comerciales vieron cómo aumentó el valor del alquiler de sus locales, lo cual afectó su rentabilidad. 
Como si lo anterior no hubiera sido suficiente para vulnerar la posición de las librerías, el desarrollo del comercio electrónico –en cierta forma un fenómeno similar al de los centros comerciales– originó otra migración de potenciales clientes desde las librerías hacia un nuevo espacio de compra. Las tiendas o librerías virtuales, con Amazon como abanderada, llegaron para ofrecer a sus clientes una oferta casi ilimitada, una velocidad de vértigo en la entrega del producto y precios más convenientes. 
En resumen, a lo largo del tiempo las librerías perdieron su excepcionalidad y vieron reducida su competitividad, por lo que solo les quedó, aparte de mejorar su gestión del inventario y de la relación con los clientes, una cualidad que, hasta ahora, no posee ningún otro competidor y que podría ser la clave de su supervivencia en el presente y el futuro.

Lo compro en línea, si lo hojeo en la librería
El que las librerías hayan sido pensadas como lugares de exhibición y venta de libros puede que sea visto como un resabio del pasado, una época pretérita en la que todavía la gente se desplazaba a un lugar para adquirir un bien o un servicio; la lógica actual señala que los clientes no deben moverse de su casa. Pero si se toma en cuenta la preocupación que existe en torno a la discoverability de los libros en el mundo virtual, entonces puede que se entienda el papel que siguen cumpliendo las librerías físicas en la dinámica de compra y venta de los libros, tanto impresos como digitales. 
Recientemente Laura Hazard Owen, de la página paidContent, afirmó que la probabilidad de que un libro sea encontrado por su potencial comprador en Internet es muy baja; no importa que los lectores visiten redes sociales como Pinterest o Goodreads, esto no los lleva a descubrir libros. Para que no haya duda, el ser un visitante asiduo de redes sociales, especialmente de aquellas que muestran información sobre libros –bien sea la tapa de estos o una reseña que los valore– no se traduce en un mayor conocimiento de autores y títulos nuevos.
Los datos en los que Owen basó esta aseveración provienen de un estudio realizado por Codex Group y cuyo contenido fue compartido por Peter Hildick-Smith, fundador y director ejecutivo de Codex, durante su intervención “The Challenges to Book Discovery” en la Digital Book World Conference realizada entre el 15 y el 17 de enero de 2013. 
Según Hildick-Smith, quien habló del tema el año pasado en Frankfurt, el 61% de los libros que compran los clientes frecuentes –debe referirse a Estados Unidos– son adquiridos en línea, pero que solo 7% de estos clientes dice haber conocido o descubierto el libro en las redes sociales. Ya en Frankfurt había dicho que tomando en consideración que los lectores descubrían nuevos títulos y nuevos autores visitando las librerías físicas, en un mundo digital la discoverability era casi inexistente.

En búsqueda de la visibilidad perdida
A pesar de lo paradójico, aparentemente son pocos los que dudan que las librerías jueguen un papel primordial en la visibilidad de autores y títulos. Tanto es así que en el mercado editorial estadounidense la preocupación frente a la poca efectividad prescriptiva de las redes sociales y de las librerías digitales se ha tornado acuciante con la noticia de que Barnes & Noble, una de las mayores cadenas de librerías del país y propietaria del lector Nook, tiene problemas financieros. El cierre de algunas de sus tiendas o, peor aún, la desaparición de esta cadena supondría una merma a la ya reducida discoverability. 
Este escenario ha llevado a que distintos expertos propongan posibles soluciones al problema de la disminución del número de librerías, algunas de las cuales –más o menos combinadas– pueden enumerarse de la siguiente manera:

  • Los editores deberían apoyar a las librerías. Entre las posibles estrategias de apoyo estaría la de ofrecer descuentos en el precio de los libros en días especiales, a la manera en la que lo hace Amazon.
  • Las librerías deberían fortalecer su rol de prescripción desarrollando una presencia sólida en Internet. Esto no pasa exclusivamente por tener una página en la que se puedan ubicar –además de comprar– todos los títulos que se encuentran en venta  sino, sobre todo, producir contenido para contribuir a que los lectores descubran a nuevos autores y nuevas obras; un buen ejemplo de esto es la librería Eterna Cadencia. En este punto es interesante revisar la recomendación que hace Matthew Baldacci, vicepresidente y editor de la editorial Saint Martin. Para este editor es necesario contar con más críticos “poderosos” en línea, pero no que sean profesionales sino amateurs, como aquellos que se pueden conocer en una librería. ¿Pero Goodreads no está lleno de críticos no profesionales y aun así no alcanza un gran nivel de prescripción?
  • Trasladar las librerías adonde van los lectores: a las bibliotecas y museos. Esta estrategia apuntaría a aumentar el valor que tiene la librería como espacio que da visibilidad al libro y fomenta su descubrimiento.
Sin importar lo que pase con Barnes & Noble o las medidas que se adopten, sin librerías los lectores no saben qué buscar en línea, pues, como dijera Martha Nussbaum acerca del leer la prensa en línea, “Internet… solo te da aquello que buscas, y puede que no sea lo quieres saber”.
Post Scriptum: después de terminar de escribir este texto, he leído Is “Discoverability” Even A Problem?, donde Brett Sandusky, reflexionando acerca de si la discoverability es un problema para los editores o no, parece ofrecer argumentos a favor de que las librerías tienen un rol que cumplir y que difícilmente pueda ser asumido por algún otro agente: “Nothing will ever replace building authentic, two-way relationships with customers and readers. The nature of how consumers make purchase decisions has made this an essential component to the transaction. No algorithm can replace that relationship. And, it is too late to assume otherwise.”

Entrevista a Pablo Maire en Lecturas Ciudadanas




Lecturas Ciudadanas entrevistó a Pablo Maire, destacado artista visual y poeta chileno que, como ocurre muchas veces en nuestra escena artística, vive lejos de Chile (en la ciudad de Lima) y desde allá desarrolla un trabajo interesantísimo que mezcla política, género, sexualidad y vértigo utilizando diferentes elementos artísiticos para desarrollar una obra que en todos sus aspectos, ya sea desde la fotografía, la escultura, la pintura, la performance, siempre dialoga y se mueve dentro de si misma con elasticidad y desgarro. 

Por Angela Barraza Risso


1.- Considerando que eres chileno y que resides en Perú, ¿cuál es tu relación con el territorio en virtud de la creación?


El territorio es mental y la mejor definición es la del “ilegal” más que residente porque debo cruzar cada cierto tiempo la frontera para volver a ingresar como “turista”. Increíble, si piensas que en el modelo, los productos circulan sin grandes inconvenientes y las personas están sometidas a un tipo de régimen que les impide el libre tránsito, sea cual sea su objetivo. 

El Perú es un país de fiesta, al contrario de Chile. Acá encuentras en distintos lugares fiestas religiosas, patronales, festividades, la música, la danza, un sinfín de manifestaciones que generan entusiasmo, una suerte de catarsis colectiva de la que, en gran parte, Chile carece. Pienso, cómo una sociedad se descomprime de lo cotidiano y entra en transe, porque acá no es nada complejo agendarlo y visualizarlo. Entonces toda esa colectividad de imaginario se te presenta como una posibilidad de ir pensando, ideando una obra o un trabajo artístico. Lo planteo desde mi experiencia y cómo ella ha permeado mis propuestas en el tiempo que vivo en Lima, porque esta concurrencia de experiencias puede sin duda develarse en otros territorios con disímiles resultados, es decir, esa metáfora tan famosa de Lautremont “bello como el encuentro fortuito, sobre una mesa de disección, de una máquina de coser y un paraguas” podría resumir de manera sublime la potencia creadora de un individuo - no sólo en el arte – en cualquier espacialidad. 

Así tomo el tema de Chile o Perú, algo fortuito. Me quedo con la reflexión de Schopenhauer: “Cuantas menos razones tiene un hombre para enorgullecerse de sí mismo, más suele enorgullecerse de pertenecer a una nación“.


2.- Hablando de tus esculturas, ¿cuál es tu relación, tu vínculo con la muerte?


Siempre uno se plantea un eje articulador en su trabajo. Algunos lo hacen con el tema de la luz, personajes, figuraciones, representaciones, materia, volumen, temáticas, trazos, etc….Pensé en cómo un elemento arquetípico podía formar parte de un imaginario que, teniendo vínculo con la muerte, pudiera resignificarla y darle un valor distinto, un simbolismo alterado que puede argumentar una obra remitiendo a una recreación factible y en lo posible mantuviera una pulsión que le diera vitalidad. Mi trabajo tiene que ver con la alusión de la elución, del choque que aturde, del lado “siniestro” de las cosas. Evitamos que nos enrostren la muerte y más de manera tan grotesca.

Es paradojal que algo hueco pueda generar una sustancia discursiva y ella fuera transitando de distinto modo y expresiones. Cada una la considero una resurrección, una representación que se mueve en una nebulosa, en una formación permanente. Pudiera ser presumido decir que me encuentro abocado en la construcción de mitos, pero sin duda algunos trabajos rozan esa construcción más primitiva del hombre, porque me perturba y me iré derechito al lecho con grandes incógnitas, no de mi trabajo, sino de nuestra conformación. 





3.- En tu serie de pintura “Dictadores L.A” vemos una clara referencia a la opresión sufrida en América Latina por la Operación Cóndor. Sin embargo, contrasta la brutalidad de las imágenes con la vitalidad de los colores. ¿Cuál es para ti el vínculo discursivo que existe en estas dos formas de comunicar (color/imagen) y cuáles son tus influencias a la hora de desarrollar esta obra? 




No me aboqué tanto a la Operación Cóndor, sino a los dictadores más significativos de América Latina en nuestra historia reciente. Son 12 cuadros del mismo formato. El conjunto por lo demás es la sumatoria y complemento de un dictador con otro, es decir, el cuadro de Banzer bien podría ser el de Batista y así sucesivamente….cada quien procederá a complementar los lienzos. Los contextos son imaginario propio, en algunas se alude a la participación de la Iglesia Católica, lo cavernario de los dictadores, su participación directa en la muerte, una desnudez que evidencia sus desgracias y la desgracia también de las víctimas. Los cráneos una vez más son un eje articulador, una insistencia en re-emplazar el centro de nuestra conciencia por un elemento finito, engañosamente blanco e inanimado. Me dice un amigo, parece una representación de nuestra enajenación, un mundo desolado y vacío. Como tú señalas, la contrariedad o paradoja de un color que explota y alumbra algo que origina penumbra. Es justamente el color que apoya y ensalza la dramatización y anima la representación. 






4.- Tanto en tu pintura, como en tu trabajo fotográfico, existe un vínculo entre lo brutal y lo sexual, una oscilación entre el eros y el tánatos que genera, a ratos, incluso un asco psíquico al espectador. ¿Cuál es tú visión de la sexualidad y por qué generas ese vínculo en tu obra?


Pocas veces me creen cuando digo que mis trabajos tienen que ver más con lo amoroso que con lo brutal, como en Autorretratos, donde el cuerpo se excede y expone en circunstancias “nada clichés” su rendición erótica u homoerótica, pero entiendo que quien observa se ve cuestionado, intimado, aludido, reflejado. Todo esto acompañado con algunos animales muertos que encontré frente al mar donde habito, escenificando un sacrificio u ofrenda religiosa. Es el primer momento el que más uno tiende a apreciar el arte, ese simple me gusta o me disgusta y ya en un segundo instante entra la explicación un poco más racional, argumentativa. Imagina que el cerebro es como la corteza de un árbol, lo nuclear por así decirlo viene de nuestro ser más primitivo y las últimas capas de nuestra racionalidad. “Lo desconocido, decimos, está en el terreno de la monstruosidad…”, dice el poema. 

Por ejemplo, Autorretratos tiene mucho de grotesco, de una pulsión que emerge entre lo cotidiano y la inmortalidad, es un juego lúdico muy próximo a la experiencia chamánica donde el cuerpo asume un estado más complejo, menos prejuiciado y cuando el espectador es invitado al proceso se resiste porque la sexualidad está permeada de castigo, de norma, de compartimentos estancos. Voy creando un viaje donde se van representando diversas situaciones, contextuadas en un universo posible y el erotismo como pulsión creadora emerge en casi toda la serie. No será la última vez donde alguien me señala que el trabajo genera rechazo y también un cierto encanto, al parecer posibilidades bipolares de ser halladas. 

El cuerpo es un resumidero de condicionamientos, de vigilancia que agudamente explica Foucault en sus textos. Y cuando ese cuerpo asume un rol erótico, es doblemente sancionado, porque se aleja del control. Pero aún más cuando no tiene que ver con la hétero-norma. En mis trabajos trato de liberar las contenciones heredadas y armar un entramado lúdico, sexualizado, homosexualizado, porque con eso, pienso en borrador, armo una tensión visual entre “lo normal” y “lo anormal”, entendiendo a esto último como la realización de acontecimientos que explica el grupo controlador. Por lo tanto, si entiendo a la sexualidad como un componente movilizador, dinamizador, ella estará presente en las distintas disciplinas que intento abordar y no de cualquier modo, pues (subrayo) pretendo, sólo pretendo sea un discurso no domesticador o, mejor planteado, contra la domesticación de un discurso dominante y homogenizador. 




5.- En tu trabajo fotográfico, específicamente en la serie “Erótica mitológica” podemos observar un eje discursivo que, claramente explicita la erotización homosexual, en donde el falo, en sus diversas manifestaciones, cumple un rol protagónico y los hombres se llevan a la máxima expresión de lo femenino a través del travestismo. Sin embargo en tu trabajo, cuerpo femenino se encuentra totalmente minorizado. ¿Cuál es tu visión respecto del cuerpo femenino? ¿Por qué se encuentra particularmente ausente?



Erótica Mitológica fue una serie fotográfica que en gran medida surgió a partir del diálogo e intertextualidad del erotismo manifestado en ilustraciones japonesas de los siglos XVII – XVIII que retratan a parejas o grupos en práctica sexual evidente o sugerida y de figuras eróticas efectuadas por diversas culturas precolombinas en el Perú a través de un entramado semiótico relevante, pero que en Erótica Mitológica recae y se acota en un imaginario andino manifestado principalmente a través de su indumentaria (vivificada en la sierra peruana), el género como condición identitaria y el juego lúdico y plástico que nos permite la pulsión erótica, todo esto en un ambiente teatralizado en modos cuidados.


No siento que el falo esté sobre-representado en el trabajo, con toda la carga simbólica que posee, principalmente la violenta e irruptora, la que somete y relega otros cuerpos, pero sí quería generar un diálogo con aquellas ilustraciones en más de alguna fotografía (creo que en mi caso dos a tres) el falo tenía que estar representado. Las sociedades antiguas lo asociaban a la fertilidad, basta con observar los huacos que diversas culturas poseen con la figuración fálica. Acá en Lima existe el Museo Larco que posee una Sala Erótica y un sinnúmero de figuras que no dejan en absoluto de ser contemporáneas, claro está, con nuestras cargas. Ahora bien, la pregunta formula la relación diádica entre presencia y ausencia, es decir, falo en relación a cuerpo femenino y eso creo que en el trabajo lo “equilibré” y rehusé en gran medida el cliché y la típica representación también de lo femenino, que en Erótica Mitológica recae principalmente en la transexualidad, sin excluir al cuerpo femenino (apareciendo en cuatro fotografías). ¡¡Perdón por cuantificar!! Me propuse que los elementos en juego fueran dando espesura al trabajo, manifestado en el gesto performático de los retratados (hétero, homo, trans), del color de las prendas, la muerte como pulsión mediante el empleo de animales muertos o partes de ellos como tripas o lenguas, lo religioso como ámbito muy representativo en el mundo andino. Verás la recurrencia de algunas imágenes, como la Lechera de Vermeer, pero esta vez en un cuerpo travestido vertiendo su líquido sobre otro cuerpo travestido, o la Piedad de Miguel Ángel, esta vez en cuerpos travestidos, asomando el desnudo total y hasta la mirada indiferente de la muerte.

Pienso que no hay final porque no se trata de redenciones, sino de alteraciones, no es un trabajo confesional, sino libertador y en donde no entran sólo dos personas (confesor y confesado) a develar sus deseos masturbatorios, sino pulsiones elementales, más complejas y nutritivas, no se trata de la verdad porque el arte no versa sobre ella, cómo en este trabajo una pulsión se fusiona con otra para dar continuidad a esa misma fusión (eros y tanatos), cómo explora la sexualidad de otro a través de una representación artística, la posibilidad del conflicto y la armonía circundante que genera un trabajo con estos acentos. Todo es móvil. 





6.- Respecto de tu obra como poeta, ¿A quién le escribes? ¿Cuál es tu público lector?, y si pudieras acotar algo respecto de tu obra, una aclaración, un pequeño instructivo, ¿qué podrías decir?


La poesía, pienso, intenta abordar el misterio con el único propósito de hacerlo crecer y esto se traduce en el poema. Desde ese punto de vista me permito hacer el ejercicio idealizado de hallar una manera más o menos comprensible del mundo y amparado en el lenguaje, reinterpretarlo. Porque el poeta, pienso, siempre está situado (aquí y ahora), aún con la amarga sensación de encontrarse escindido de la realidad, esa que le aflige. Es decir, es un ser (o soy un ser) que escribe, esto es pensar y sentir, para la parte de un mundo capaz de otorgar una supra-noción al existir, le importa tanto como al poeta su forma de lenguajear para crear lenguaje. 

Una de mis principales influencias ha sido la obra de César Vallejo. A mí modo de ver uno de los poetas universales de mayor capacidad rupturista. Es cosa de sentarse a leer Trilce y quedar locamente asombrado. No hay que olvidar que su primera edición es del año 1922. Cada verso es una reflexión compleja, muy hermética, como si en la actualidad siguieran ocurriendo, un decanto ilustrado y preclaro. Un texto muy contemporáneo y eso es un valor indiscutido cuando se analiza la obra de un poeta o artista. Sus otros poemarios, Los Heraldos Negros, Poemas Humanos, España aparta de mí este Cádiz son todos tan exquisitos que ninguno secunda al otro. Mi primer poemario (“Escribí estos versos de Espalda”) tiene una base indiscutida en la conversación que establezco con Vallejo y su obra.

Mi segundo poemario (“Ombligos”) invita a la mesa a W. Whitman, A. Rimbaud, B. Brecht, P. Neruda, A. Artaud y muchos poetas surrealistas. Es una influencia dispersa en discursos y poéticas. La cuestión eso sí es tener una postura en tu tiempo, en entender que la poesía tiene un lugar irreductible en el mundo y el valor reside en la voz del poeta, en su intimidad revelada al mundo capaz de trasformarlo, de hacerlo un espacio reflexivo, es decir, lo que sucede no es para dejar inmutable a nadie. Y hay un tercer poemario que dará a luz quizás cuando y dialoga con T.S.Elliot, E. Lihn, J. Sabines y más macizamente con Luis Cernuda. Es una mirada un poco abatida del poeta, pues siente que el mundo ya terminó y su gloria le fue arrebatada. Un sentimiento agónico que ni en el desespero la religión fue capaz de sublimar. Algo desalentador.

Si hay conciencia del trabajo poético y artístico, así como Baudelaire dictó conferencias catastróficas en términos de audiencia, nuestro público será reducido no por antojo, sino porque los intereses están puestos ciegamente en objetos de consumo que logran ser más trascendental al ser humano, alienado. Se conjugan distintas problemáticas: acceso, economía, cultura, interés, etc. Por tanto, por más que se fije un público ideal de tu obra, mediarán esas cuestiones sociales y será muy resumido.

Mis dos poemarios, “Escribí estos versos de Espalda” de Ediciones Cataclismo y “Ombligos” de Editorial Fuga, pueden ser descargados y leídos desde mi página. Quien tenga un modo distinto de interpretar los trabajos, helos ahí. 




7.- De todas las disciplinas que practicas, ¿Con cuál comenzaste tu producción y cómo? y ¿Con cuál te quedas y por qué?


Bueno, el primer recuerdo es la escritura. Creo que los relatos y cuentos fueron mi acercamiento a la expresión artística. En el campo visual fui bien reprendido y castigado con evaluaciones mediocres, lo que me desanimó profundamente. Crecí con la idea de que “lo que articulaba” estaba mal configurado y debía escindirme de ese mundo, es decir, mi discurso, por muy pequeño que fuera, era invalidado. Así que decidí retomar el ejercicio del imaginario visual en mi adultez para ir pensando algunos trabajos ya hechos y otros que aún mantengo en carpeta. 

El tema es que en cada expresión empleo potencialidades distintas y el uso de la materialidad en cada una viste un discurso nutrido de formas diferentes. De modo tal los valores que asigno a cada tipo son indistintos y en parte me guío por el entusiasmo, sustantivo que proviene del griego enthousiasmós, que significa etimológicamente algo así como “rapto divino” o “posesión divina”, es decir y como creían los antiguos, uno actúa como un poseso en la creación. Me muevo así, literalmente, cosa que en mi caso distribuye las energías según las condiciones esenciales de la posesión. Un tiempo es la poesía otro tiempo la fotografía, otro la pintura o escultura. Así que optar por una expresión en detrimento de otra, hoy por hoy, no se encuentra en el tablero de las posibilidades.




8.- Atendiendo a la contingencia de los problemas limítrofes entre Chile y Perú, ¿cómo vive un chileno en Lima? ¿Te has sentido discriminado en algún momento por tu nacionalidad? ¿Has sentido que eso merma tu trabajo artístico en Perú de alguna forma?


La verdad es que desde que llegué a vivir a Lima no he tenido problemas. Lo más “violento” podría ser cuando suponen tu procedencia sureña guardan silencio frente a una pregunta. Siento que en Chile al peruano se le maltrata y los discursos prejuiciados abundan, como si ese miedo estuviera representado en “otro” distinto, en alguien que no conozco, y peor, ni quiero conocer. La basura mediática promueve y orquesta de igual modo el desprecio a otro, escalando así la ignorancia y reproduciendo socialmente discursos proto-discriminadores. Al menos mi experiencia ha sido grata viviendo acá.

En torno a lo artístico, pienso que el principal obstáculo para exponer en algunos circuitos ha sido mi imaginario. Cuesta, en sociedades conservadoras como las nuestras, exponer trabajos donde lo erótico, lo político o mi imaginario tengan tanta contundencia en sus representaciones. Además, las clásicas argollas, grupos de elite y círculos cerrados existen con más fuerza acá (y cuando uno habla de un círculo en el arte lo que dice en el fondo es grupo de poder) porque los espacios en vez de aumentar decrecen y en muchos la usura es un pensamiento que adquiere más fuerza. Lo que resta son los espacios virtuales, las publicaciones en revistas, las redes sociales y las muestras colectivas. Algo saturado eso sí escuchar: ese arte no es para acá, sino Europa. 




9.- Considerando que tu trabajo artístico se fundamenta en la explicitación de temas que, aún son considerados tabú en muchos segmentos de la población latinoamericana, como lo son el sexo y la muerte, ¿cómo esperas que sea recepcionado tu trabajo en el futuro? ¿Sientes que nuestras sociedades, tanto la chilena como la peruana, son tan conservadoras como se plantean respecto de sus políticas de estado en cuanto a la administración de los cuerpos?

Las dos sociedades comparten similares valores, una de otra no mantienen diferencias abismales, podría una ser la otra sin causar daño en sus estructuras valóricas. Muchos símbolos poseen un mismo cogollo, la religión aún mantiene un status, para mí absurdo, pero no deja de persistir en legislar, normar, castigar, desplazar, etc, aquello que “burle” la norma y visión que en definitiva estructura la relación entre los seres, más grave aún la consolidación de una clase política ordinaria (es decir ajena de lo extraordinario) que asiste entusiasta y anima la perpetuación de un régimen esclavista, rígido, censor, adiestrador de sus habitantes. Uno y otro nuevamente símiles. Si pensáramos que la idea de conservar el amor por ejemplo, la libertad sin letra chica, si quisiéramos conservar una educación justa y sin arbitrariedades, un arte irreverente y loco, el concepto no podría ser sino una fuente de desarrollo inimaginado para una sociedad, pero es la antítesis de una puesta y apuesta en torno a perpetuar lo ilegítimo, la barbarie, el individualismo y la borrachera del consumo y el gasto. Son dos sociedades que pensándose muy distintas en el sustrato, tienen un esqueleto artrítico que toma sombra bajo un mismo árbol.

Perú lidera según una última encuesta como el país más homofóbico de América Latina. Sus espacios son clausurados por el aparato del Estado al considerarlos lugares de reclusión para la prostitución, cuando paradojalmente ella no es delito. La caricatura del Homosexual es utilizada a en la Televisión basura, considerando eso un discurso despreciativo de un modo inconciente que se mofa de lo femenino. Es decir, por tratarse del espacio público, cierto tipo de caracterización es aplaudido y estimulado en detrimento de una libertad sexual y corporal que se circunscribe a un territorio individual. Los ascos a la diversidad de género y sexual, traducidos en violencia física y sicológica, en distintos grados de contención, son en ambos territorios visibles y dimensionables. No sólo desde lo social se invisibiliza, sino además de lo sexual. Ello porta un riesgo evidente en la vulnerabilidad de derechos de minorías que no son minorías en estricto sentido, empujándo(nos) a un leprosario sociosexual. Imagina que en torno a la mujer, agredida en el espacio íntimo y colectivo, impedida de su legítimo derecho al dominio de su cuerpo, durante la dictadura fujimorista miles de ellas fueron esterilizadas sin consulta para el control (de una población de bajos ingresos) de la natalidad, o sea, creo que esta escenificación de la tragedia es fácilmente transmisible a lo que sucede bajo la administración de un dopaje más refinado que, bajo el adormecimiento, ampara la violencia de género sin que ello alarme mucho y sólo quede relegado a los “anecdótico” de lo terrible.

Mi trabajo ha ido cobrando fuerza, en el entendido que para que ello suceda es importante tener un público receptor amplio y diverso. Las redes han sido un aporte importante, pues los espacios galerísticos o afines tienen más reticencia a mostrar un arte tan confrontacional e inquietante como otros han definido mi propuesta. Sigo recreando y pensando el mundo. Para mí el arte tiene que ver con la reinterpretación de la “realidad”, creando una naturaleza distinta de las cosas y eso puede tomar años de trabajo con altas dosis de tolerancia a la frustración, pero el territorio se ha ido diseminando, lentamente. 


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Todas las fotos corresponden a las series mencionadas en la entrevista, para mayor información de cada una de ellas y para ver en amplitud el trabajo de Pablo visita el blog:









miércoles, 24 de julio de 2013

la edición independiente de la rebeldía a la revolución




La edición independiente: de la rebeldía a la revolución 

por Farah Hallal 



Una anécdota.
Cuando empecé a trabajar en Ediciones SM me sentí muy feliz porque por primera vez en mi vida me tocaba trabajar en exclusiva con algo que me gusta tanto: los libros. Pero empecé a dudar un día, todavía recién llegada, al escuchar a la directora comercial, una mujer que estuvo trabajando por más de diez años en Santillana. Ella aseguraba que prefería vender clavos que vender libros. No me tomó mucho tiempo darme cuenta de lo complejo, y muchas veces frustrante, que era “el negocio”. Yo venía del mundo publicitario, en el cual, muchas veces lograbas cosas asombrosas con sólo pautar un anuncio de televisión o colgar algunos afiches. 




Puede que sea muy impetuoso dar inicio a mi intervención ventilando una pregunta que no para de dar vueltas en mi cabeza ¿qué nos mantiene atados al oficio de la obstinación? Editar de forma independiente puede llegar a tener más de una definición: nadar contracorriente, atacar por la espalda las finanzas personales, tocar la puerta de los amigos (una y otra vez), maldecir la crisis económica, soñar despiertos en la fila del cajero, hacer pulso con la realidad de los altos costos del proceso y la lenta salida que tiene lo que ofrecemos al mercado. 


¿Por qué hacemos lo que hacemos en vez de dejar el oficio y dedicarnos a vender clavos? ¿Lo hacemos como un acto de rebeldía? ¿Estamos en un momento de resistencia que mejorará con el tiempo? ¿Habría algún modo de revolucionar la manera de ejercer el oficio que mueve nuestra pasión?
A mi juicio, catalogar la edición independiente como un acto de resistencia o rebeldía no es algo ni nuevo ni local. Desde que Gutenberg cambió la forma tradicional de reproducción con la que se ganaba la vida, nuestro oficio se mantiene en resistencia. Y aunque el procedimiento para fijar y conservar el mensaje ha variado a lo largo de la historia, nuestro único desafío no ha sido el formato que tanta inquietud causa actualmente con el tema del e-book. Antes ya tuvimos retos más complejos, por ejemplo, la censura por razones religiosas y políticas que a los interventores del proceso les podía costar la vida. Quiere decir que antes del e-book, usamos piedras, huesos, conchas, papiros, pergaminos y papel. 


Con el tiempo también los tipógrafos se hicieron imprescindibles hasta que un día –sin más ni para qué- fueron innecesarios. Con la huelga del 8 de diciembre de 1962, promovida por la Unión Tipográfica Internacional que se oponía a la introducción de las tecnologías electrónicas, Nueva York estuvo cien días sin periódicos con pérdidas superiores a los 108 millones de dólares. Y sólo en 1983 más de 13,000 tipógrafos en Londres perdieron sus puestos de trabajo.1
¿Cuáles son los grandes desafíos que tenemos quienes soñamos con mantenernos en un oficio que, de ser tradicionalmente reconocido como ‘especializado’, ahora parece que corre el riesgo de caer en lo obsoleto? Con los programas de diseño, que permiten que el autor diagrame el libro en tres pasos y lo mercadee, venda y distribuya de forma digital, no sólo corre el riesgo de desaparecer la figura del diseñador y diagramador, también del editor y el librero tradicional. 


Y del tema de la distribución y los canales de venta no hablemos: algunos países están interviniendo económicamente tratando de contener el cierre de las librerías tradicionales.2 Pero francamente hablando, ¿eso hasta cuándo sería sostenible? 


¿Cuáles son las características que un espíritu revolucionario aportaría a nuestro trabajo? ¿Cómo aplicamos el concepto de la revolución a un oficio como la edición, que se mantiene en resistencia pero al parecer está en la antesala, si no de la muerte, por lo menos de la agonía? 


Es posible que esta situación que pinta un triste final la estemos viendo como un problema cuando realmente es una oportunidad para posicionarnos como expertos en lo que sabemos hacer. La clave no creo que sea solo disponernos para formar parte de este proceso de cambio. Me voy más allá: creo que los editores y los editores independientes deberíamos liderar este proceso de cambio. 


A modo de describir un poco la realidad en mi país, comento que el editor independiente no se ve como un pequeño emprendedor que dinamiza la economía. Y este desconocimiento de su propio lugar en la dinámica económica puede ser clave en el mantenimiento de un proceso de producción que no es auto sostenible. El editor independiente que no es consciente de que debe dar a su oficio una estructura para normar el funcionamiento o que debe tomarse el tiempo de sentarse a diseñar un plan de trabajo está condenado, por la improvisación, a llegar más tarde a su destino. Si es que tiene claro su destino.
(Andar a tus aires puede ser muy poético, muy artístico, pero desgasta y contribuye a no alcanzar un propósito). 


Y aunque parezca inocente, es éste el primer llamado que hago para revolucionar nuestro oficio: que nos detengamos a revisar lo que hacemos y nuestras motivaciones para que tengamos claro cuál es nuestra finalidad. Y me explico: no es lo mismo editar libros para venderlos, que editar un determinado tipo de libro que sirva como herramienta o instrumento para alcanzar una finalidad superior. Detrás de esta finalidad superior deberíamos andar cada día. Probablemente el tener claro esta gran finalidad y las estrategias mediante las cuales alcanzaremos este propósito, nos dejará claro innumerables tipos de acciones cuyos ejes transversales nos ayudarán con menor esfuerzo a conseguir más y en menos tiempo.


Y es que la edición independiente puede verse de muchas maneras. Como un negocito familiar, como una pasión tipo hobbie, como una fuerza capaz de lograr grandes propósitos y como lo hice yo al principio: como un acto de rebeldía. Casi como una protesta social. 


Un día sentimos la necesidad de hacer justicia por nuestra propia mano y acabamos rebelándonos todos contra un gran sistema comercial. Un sistema que nos dicta quién tiene derecho a publicar qué contenido; que decide a qué se le da resonancia en la prensa y, por supuesto, influye en qué es creíble y qué no. Entendemos que quien tiene poder mediático incide en el pensamiento, las creencias, las ideas, los valores y la opinión de las personas. Contra eso nos levantamos nosotros una y otra vez y deberíamos estar conscientes de eso.
En el caso de las editoriales independientes, como en todo medio que quiere ser verdaderamente autónomo, se le hace difícil sobrevivir. Los periódicos y las televisoras se sostienen gracias a los anunciantes, que a su vez responden a intereses particulares. A los libros de espíritu independiente… ¿Quién los patrocina? ¿Cómo se sostienen? ¿Quién los compra? ¿Quién los vende? Porque además los editores independientes generalmente –como decimos en mi país inspirados en el beisbol- jugamos en todas las bases. Somos editores, correctores, comerciantes, gestores culturales, maestros de ceremonia, choferes, impresores, encargados de relaciones públicas… entre otros muchos oficios útiles al momento de echar a andar una publicación. 


Para dejar de funcionar como espíritu en resistencia y empezar a plantearnos cambios de fondo, me parece esencial que profundicemos, tomando en cuenta la naturaleza de nuestro oficio y la razón de ser de nuestro sello, sobre cuál es el papel que estamos jugando vs cuál es el papel que nos corresponde jugar, no vayamos a estar repitiendo en menor escala lo que las grandes editoriales hacen a gran escala (eso está muy visto en mi país). Mi propuesta es que empecemos analizando si nuestro deseo último es acabar convertidas en grandes editoriales; aspirando no sólo a su poder económico y político, sino a participar de la dinámica comercial apropiándonos de sus valores y creencias. 


Investigando qué piensan las grandes editoriales españolas, me encontré con una gran sorpresa. La de ver que las editoriales con respaldo económico hoy se hacen las preguntas que los editores independientes nos hicimos siempre. 3 Ahora ellos están interesados en: 


1. Conocer a los lectores y sus preferencias: detenerse en la investigación y segmentación del público objetivo. Esto confronta su tan conocida cultura de publicar libros de famosos para invertir menos en posicionarles. 


2. Recuperar el lector, es decir no conformarse con vender. Esto sugiere relaciones a largo plazo y el implemento de actividades fuera de los puntos de venta. Actividades dirigidas menos a los consumidores y más a las personas. 


3. Publicar menos novedades y hacer un trabajo de más profundidad. 


4. Detectar buenos libros incluso cuando sus autores son desconocidos. 


5. Abrirse a géneros o temáticas distintas. 


6. Salir a buscar a los autores de libros interesantes entendiendo que no todos se acercan a la editorial. 


7. Hacer sostenible el sector (no solo la editorial que diriges). 


8. Proteger y dar vida a los canales de venta tradicionales: las librerías. Identificar nuevos canales de venta. 


9. Mantener la promoción innovadora y difuminar la frontera de nuestro trabajo. 


10. Perseguir un ideal superior y posicionarnos como editores confiables no solo para el consumidor también para los autores. 


Muchas de estas prácticas el editor independiente ya las ha intentado, que conste que sin contar con respaldo económico y, en consecuencia, sin recursos humanos. Entonces si ya probamos eso ¿Cómo podríamos nosotros mejorar nuestro quehacer? Creo que para lograr una práctica revolucionaria en nuestro oficio no hay una fórmula puesto que cada editorial tendrá su razón de ser y su proceso de cambio será único y acorde a su finalidad. Y aunque nuestra motivación no sea comercial, nos interesa que nuestros libros sean producidos, distribuidos, comprados y leídos. 


Y no hay fórmula porque lo que le vale a un sello especializado en editar literatura infantil inspirada en niños con discapacidad o capacidades especiales, no es lo que le será revolucionario a una editorial cuyo propósito sea dar a conocer literatura en lenguas a punto de desaparecer. Ni siquiera es un asunto de qué hacer, sino de cómo hacerlo. Y creo que lo que más cuesta es disponerse a enfocarse en un tipo de literatura o libro porque nuestra idea de libertad está muy asociada a “hacer lo que me venga en gana y publicar lo que quiera”. A cada uno de nosotros nos tocará definir el enfoque de nuestras prácticas.
En tal sentido, un editor independiente con espíritu revolucionario debería: 


1. Estar preparado para promover el cambio 


2. Estar comprometido con el cambio 


3. Estar abierto a nuevas ideas 


4. Estar consciente del cambio 


5. Liderar este proceso de cambio 


Pues definitivamente hay muchas maneras de lograr lo mismo. Y teniendo al margen el qué haría cada uno de nosotros, he llegado a la conclusión de que el futuro del editor independiente podría ser la conformación de comunidades editoriales y culturales colaborativas. 


Cuando pienso en un editor independiente mi cerebro recrea a alguien trabajando solo. Y lo último que una persona revolucionaria haría sería trabajar sola. Y no estoy hablando de alianzas estratégicas puntuales. Estoy hablando de la conformación de fuertes comunidades colaborativas con otros editores independientes de manera que se sumen fortalezas y se disminuyan las debilidades. Porque si tú eres bueno editando y yo elaborando planes de comunicación, las probabilidades de tener aciertos crecen. Si tú distribuyes en cinco provincias y yo en las otras cinco, los libros de ambos sellos, pues los costos operativos bajan y la distribución es más efectiva. 


Mi sugerencia es pasar de la asociación puntual a la alianza estratégica identificando bajos costes de producción, aprovechando la transferencia de capacidades de doble vía, identificando y buscando soluciones a problemas comunes, sirviendo como sedes que favorezcan la distribución en otras latitudes sin necesidad de mayores gastos operativos; que espacios como Edita además de servir para socializar ideas, sirvan para hacer funcionar mesas de trabajo con planes comunes colaborativos donde se aproveche la experiencia de sus miembros y se fortalezcan las debilidades de unas con el resultado de las experiencias de otras, que se impulse la integración en nuevos mercados estos sellos editoriales que se les haría muy cuesta arriba introducirse de otro modo por los altos costos que supone la investigación, los billetes aéreos, entre otros.
Revolucionar la forma en la que venimos trabajando puede ser la clave. Y esto amerita un espacio aparte para profundizar en la composición particular que tendría esta comunidad colaborativa que serían tan diversa como diversa sea la finalidad de cada una. ¿Te imaginas que en vez de que tres editoriales literalmente se maten por un mismo blanco de público, estas tres editoriales independientes identifiquen su finalidad última, en base a eso determine cada una su segmento de mercado, diseñen su plan de trabajo y se ayuden a alcanzar estas metas? 


En mi país empezamos con la comunidad colaborativa Y también soy palabra. Artistas de diferentes disciplinas nos estamos apoyando para alcanzar metas comunes que trascienden a nuestros intereses particulares. Todavía es muy temprano para hablar de metodología y resultados pero lo cierto es que ha sido una experiencia interesante que nos hace ver que esta distribución del trabajo, incluyendo a la misma comunidad como un actor importante, nos ayuda a alcanzar aspiraciones más nobles. 


Creo que el futuro de las editoriales independientes, como el del ser humano, es la unidad. Ya en Chile y otros países hay algunos ejemplos de editoriales que han dejado de gastar energías para pelearse por el mismo segmento de mercado, y en vez de eso unen sus fortalezas y recursos para alcanzar metas comunes a largo plazo. No tendríamos la libertad de actuar con la rebeldía y el desenfado instantáneo que muchos de nosotros gozamos y celebramos, pero podríamos, con cierto orden y estructura, conseguir ideales superiores. Sería cosa de preguntarnos si estamos realmente abiertos al cambio de paradigmas o si ser independiente es lo mismo que andar solo. 


Muchas gracias

via: Edita 2013