• Cortina de Humo / Francisco Leal

domingo, 18 de agosto de 2013

Vigencia de la editorial independiente

Asfixiadas por un entorno editorial donde las transnacionales imponen sus reglas de uso y abuso, perviven casas editoras que continúan una prestigiosa tradición: la edición independiente.


Catálogo nutrido. Si bien España cuenta con sellos señeros como Nórdica, Páginas de Espuma y Periférica, es América latina la que lleva la batuta con sellos como Mansalva, Almadía, Mardulce, Entropía, Milena Caserola, Eterna Cadencia, Hum e Interzona.
Catálogo nutrido. Si bien España cuenta con sellos señeros como Nórdica, Páginas de Espuma y Periférica, es América latina la que lleva la batuta con sellos como Mansalva, Almadía, Mardulce, Entropía, Milena Caserola, Eterna Cadencia, Hum e Interzona.
No es un secreto que los grandes sellos editoriales transnacionales se encuentran en una coyuntura compleja, asediados por múltiples variables que han impactado en sus negocios. La crisis financiera de 2008, la actual crisis en España y la particular crisis del libro como producto cultural colocan a los grandes grupos editoriales ante la necesidad de rever sus objetivos, achicar o eliminar áreas de interés, disminuir sus producciones y tirajes y, en algunos casos, como el del Grupo Editorial Norma, prescindir de sus colecciones de ficción y no ficción para adultos, de modo de concentrar esfuerzos en producciones más rentables como las de los libros de texto o de literatura infantil y juvenil. Para sobrevivir, muchos sellos han sido vendidos o negociados a grandes grupos que han dejado de ser exclusivamente empresas editoriales para convertirse en multimedios. La actual alianza entre Penguin y Random House es el último eslabón de este negocio en su etapa de cambios y desafíos.
Más allá de estas circunstancias, que inciden más en la reingeniería que en la literatura, los tiempos de los best sellers literarios y los millonarios tirajes, salvo escasas excepciones, parecen haber pasado. “Los grandes grupos transnacionales –opina Juan Casamayor, editor español del sello independiente Páginas de Espuma– están sufriendo la crisis económica coyuntural y, de telón de fondo, la crisis del paradigma del libro que viene rompiéndose desde hace una década”. En efecto, a la ya devaluada economía mundial se agrega la crisis del objeto libro como producto cultural en un mercado que no ha parado de diversificar sus opciones de entretenimiento. El libro está librando una gran batalla, en la que se incluyen mutaciones constantes o reacomodos para sobrevivir como propuesta cultural ante la avalancha de otros soportes tecnológicos o masivos. Adicionalmente, los grandes sellos, al ser grandes empresas, están sujetos a macroestructuras, exigencias organizativas o compromisos laborales que los hacen más pesados (quizá también más sólidos) y por tanto menos flexibles.
Ante el espacio inevitablemente cedido por estos grandes sellos, las pequeñas editoriales o editoriales autogestionadas o independientes o alternativas, o simplemente nuevas editoriales, han visto una gran oportunidad y en poco menos de una década vienen ocupando un espacio que años atrás era impensable. La editora argentina Viviana Paletta, radicada en España, piensa que “siempre es oportuno el ámbito editorial para proyectos alternativos a la edición generalizada, por abrir el campo, lograr la divulgación de otras voces y otras líneas estéticas, de reflexión, de búsqueda, quizá no masivas pero necesarias, incluso imprescindibles, para un mundo cultural que goce de buena salud”.
En Argentina es muy notorio el crecimiento de estos emprendimientos. Desde las más consolidadas, como Adriana Hidalgo, Eterna Cadencia, Entropía, Interzona, El Cuenco de Plata, Mansalva, Mardulce o Milena Caserola. U otras más chicas: Excursiones, Conejos, Fiordo, WuWei o El 8vo Loco. O incluso artesanales, como La Funesiana, La Vaca Mariposa y la pionera y de proyección continental Eloísa Cartonera. Las hay, pues, medianas, chicas, diminutas y artesanales. La diversidad es enorme y el número también. Sólo en el registro de 2012 de editoriales independientes del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires aparecen 138 sellos independientes.
Pero algo muy similar está ocurriendo en España, en México, en Uruguay o en Venezuela. Cuando los grandes sellos tenían por principio acotar la distribución de sus libros según la región y cada sucursal operaba como un mercado completamente aislado, hoy no es raro ver en las mesas de novedades de Buenos Aires títulos del sello Hum de Montevideo, Sexto Piso y Almadía de México, Páginas de Espuma, Periférica, 451 Editores y Candaya de España o Puntocero de Venezuela. Lo mismo ocurre en ciudades como Madrid o Barcelona, donde muchos de estos sellos latinoamericanos viajan (como productos de exportación o en valijas de amigos), se distribuyen (a mediana y pequeña escala) y venden en las librerías de la península.
El lamentable desconocimiento de nuestras propias literaturas regionales está siendo poco a poco cubierto desde la periferia (también desde la web, cierto) a puro pulmón, por estos sellos emergentes. Por supuesto, no es un camino fácil y la oportunidad está acompañada de enormes dificultades. Julián Rodríguez, editor de la española Periférica, cree que “una editorial independiente puede sostenerse, aunque no sea del todo cierto, con el apoyo de unos pocos y fieles lectores. ¿Su debilidad? La falta (no en todos los casos) de un emporio financiero detrás”. A falta de esa solidez financiera, estos sellos se ven obligados a reducidos recursos humanos, que en muchos casos deben convertirse en auténticos pulpos para asumir los numerosos aspectos relativos a la producción. Pero “la principal debilidad –aporta Felipe Rosete, de la mexicana Sexto Piso– es el ensimismamiento de algunos proyectos en el discurso de que ‘no hay dinero’, de que ‘todo es muy difícil’. Vivir en ese discurso mata todo proyecto independiente. En enfrentar esas dificultades y saber sortearlas radica la gran valía de un proyecto editorial independiente. Y esa valía indudablemente es reconocida y retribuida por los lectores”.
La estrecha relación con los lectores quizá sea producto de la estrecha relación entre editor y autor. Por supuesto, hay excepciones, pero la editorial pequeña o independiente hace del vínculo con el autor uno de sus motores de trabajo. Esto no sólo se reduce a la relación personal sino al tratamiento del libro, y por tanto al producto literario que se ofrece al público. La editorial pequeña cuenta con el autor como un miembro activo de la producción editorial y no es infrecuente que éste acompañe de cerca, opine o incluso ofrezca soluciones a cada una de las etapas de producción.
Las nuevas tecnologías también han sido fundamentales para llevar a cabo las tareas de sustentación de los proyectos independientes; el trabajo de promoción a través de las redes sociales, las páginas web y blogs de apoyo, y la búsqueda de financiamiento colectivo a través de herramientas como crowfounding o crowsourcing. Esto, sin mencionar las políticas de coedición y cofinanciamiento para las que estas editoriales siempre están dispuestas. No es raro ver en los créditos de muchos de estos sellos el logo de alguna institución pública y también el testimonio de alianzas con programas de traducción o divulgación de la literatura de otros países.
Adicionalmente, se advierte un trato distinto de parte de los suplementos culturales de los diarios de mayor circulación. Hasta hace poco, era casi imposible que una editorial chica consiguiera ser reseñada en los grandes medios; sus desplazamientos parecían restringidos sólo a circuitos de su propia área de influencia. Todavía falta mucho, es cierto, pero cada vez es más frecuente que críticos y reseñistas se ocupen de libros cuyo tiraje y distribución aún son precarios. Esto prueba la inocultable presencia y prestigio ganado de parte de estos sellos en la conformación del universo cultural actual. En lo relativo a la literatura de ficción, pareciera que los sellos independientes atienden propuestas estéticas que corren al margen de los “tanques” literarios que suelen elevarse en las torres que coronan las entradas de las grandes librerías. Autores como los uruguayos Gustavo Espinosa o Ercole Lissardi y los mexicanos Yuri Herrera o Juan Villoro publican, si no toda, buena parte de su obra en sellos independientes.
Sería absurdo eludir que muchas grandes firmas publican sus libros en editoriales transnacionales. De otra forma, no llegarían a nuestras manos Vila-Matas, Doris Lessing, Pedro Lemebel o J.M. Coetzee. Además, algunos grandes sellos han comenzado a publicar autores emergentes. Al respecto, Felipe Rosete, advierte: “Creo que es infructuoso caer en discursos maniqueos que sacralizan lo independiente y demonizan todo lo que hacen los grandes grupos. Estos, a través de sus distintos sellos, siguen conservando a grandísimos escritores. El problema es que la buena literatura no es su prioridad y que se pierde entre todo lo demás. Quizá lo que pasa es que al publicar menos, al ser más cuidadosas y selectivas con su trabajo y con su catálogo, las independientes (algunas, no todas) tienen hoy más ‘prestigio’ que las otras. Es decir, hay más ‘respeto’ y ‘simpatía’ hacia ellas porque se sabe que las cosas se hacen asumiendo riesgos, con un criterio literario y en condiciones adversas. Pero eso no exime al editor independiente de resbalar y cometer errores”.
El respeto que se han ganado no es poco y quizás esté asociado con la creación de nuevos lectores y nuevas formas de lectura y no sólo de nuevos libros para lectores ya ganados. La apuesta de muchas pequeñas editoriales latinoamericanas tiene que ver con los modos de lectura y la manera en que se interviene, en definitiva, en la conformación (y modificación) de un canon. Hasta hace poco, era casi impensable que una editorial chica se llevase, por ejemplo, el premio al mejor libro del año, u ocupara importantes lugares en la preferencia de los lectores y sitios de legitimación. Sus trofeos eran, como mucho, el de publicar un libro de culto, esa especie de objeto que resiste al mercado y también lo trasciende. Ahora, el libro de culto ha ganado en visibilidad, y las editoriales pequeñas construyen sus propias redes de circulación y sus particulares maneras de participar en el mercado. Por supuesto, los enemigos económicos están a la orden del día: controles de cambio, políticas proteccionistas y trabas a la importación ralentizan su desarrollo.

Editoriales mexicanas independientes
Si bien el mundo editorial contemporáneo atraviesa cambios profundos potenciados por la crisis económica y el impacto de nuevas tecnologías, la realidad editorial es mucho menos catastrófica de lo que vociferan los publicistas y otros agoreros. El caso mexicano, con sus altas y bajas, demuestra que cuando hay imaginación, constancia y propuesta, la empresa editorial puede ser una aventura creativa de sensibilidad e inteligencia. PERFIL dialogó con cuatro editores que han levantado catálogos muy diversos cuya única constante es la calidad. Se trata de Rodrigo Fernández de Gortari (Vanilla Planifolia), Vivian Abenshushan (Tumbona Ediciones), Pablo Rojas (Surplus Ediciones) y Diego Rabasa (Sexto Piso).
Al respecto de su experiencia como editor de Vanilla Planifolia, una flamante editorial que viene construyendo una cámara de maravillas con literatura de Africa, Medio Oriente y Europa del Este, así como una vocación decidida por difundir libros de arte que tengan vínculos con México, Fenández de Gortari sostuvo que su “apuesta es diseminar de distintas maneras el total de ejemplares de cada título, con base en un algoritmo o una ecuación esóterica más bien borgeana”. Para Rabasa, cuyo proyecto impactó el rostro de la edición mexicana, ha sido “el electrocardiograma de un tipo con arritmia severa. Momentos increíbles y zonas oscuras; un crecimiento a base de golpes en la cara”. Para Abenshushan, que dirige un catálogo con lo más destacado de la literatura de vanguardia, ha sido un proceso “lleno de exaltación y entusiasmo intelectual, pero también otro de desgaste, difícil, siempre a contracorriente. Publicar lo que se nos viene en gana lo considero un triunfo, aunque económicamente sea un fracaso”. Para Pablo Rojas, con un catálogo de evidente sofisticación, ha sido “un aprendizaje constante y una experiencia colectiva” que se destaca por su heterogeneidad.
Por otro lado, sabiendo que la independencia por sí misma no es un criterio de calidad, se les preguntó su parecer al respecto del término “editorial independiente”, a lo que Abenshushan contestó que “¿la calidad no es acaso un valor del mercado? Me gusta pensar más en términos de heterodoxia, de irreverencia, de riesgo y radicalidad. Ponemos en circulación lo que el mercado niega o trata de volver invisible: lo que censura”, mientras que para Fernández de Gortari se trata de un término “impreciso, cuando no cínico y arrogante. Las editoriales que se autodenominan o son encasilladas bajo esta categoría por lo general no son independientes de los fondos del Estado ni de los recursos de la industria privada, y tampoco lo son, paradójicamente, de las tendencias y o corrientes literarias, filosóficas o artísticas”. Rojas sostiene que “es necesario trabajo y profesionalidad”; empero, la apuesta principal de la independencia está en su capacidad de apostar por nuevos valores y “no publicar a los consagrados”.
A la pregunta expresa sobre cuál es su criterio con respecto a las coediciones, Rabasa expresó que “buscan proponer libros de los que el Estado mexicano se pueda sentir orgulloso. Se trata de libros que nosotros haríamos de otra forma pero aprovechamos los subsidios que existen en el sector tratando que sean libros de calidad intachable y de aceptable circulación comercial”. Para De Gortari, “lo primero es invertir en la incubación de cada proyecto; luego, al buscar apoyos, patrocinios, créditos, intercambios y alianzas, mi criterio es recurrir a distintos sectores que tengan alguna cercanía conceptual. La idea es que los costos de producción recaigan en el mayor número posible de actores, lo cual permita blindar los contenidos”. En el caso de Tumbona, “publicamos algunas coediciones no sólo con el Estado sino también con universidades, fundaciones privadas y galerías. Por otro lado, ciertos libros de nuestro catálogo no soportarían, por su naturaleza iconoclasta o subversiva, la coedición con el Estado, como Literatura de izquierda, de Damián Tabarovsky, o Desobediencia civil, de Thoreau”.
Al respecto de lo que pueden esperar los lectores de sus catálogos, Rabasa responde: “Consistencia, homogeneidad, vocación de riesgo, expansión de nuestros límites de acción lectora: una resonancia si tienes un gusto afín al nuestro”. En Tumbona se encontrará, “no la literatura con sus convenciones, sus rituales, su conservadurismo, su sentido de propiedad intelectual intocable, sino una escritura otra, dialéctica, inconforme, sublevante”. Por su parte, Fenández de Gortari espera que sus propuestas “sean un ida y vuelta, simulando el lanzamiento de un boomerang o el golpeteo de una carambola”.
Entre los editores que admiran, se cuentan Díaz-Canedo y City Lights (Surplus Ediciones); Julián Rodríguez, Luis Solano, Diego Moreno y Matías Soja (Sexto piso); Jonathan Cape, Ramón Akal, Siegfried Unsel, Enrique Díaz Canedo y Franco Maria Ricci (Vanilla Planifolia); Sylvia Bleach, Ferlinghetti, Herralde, Adriana Hidalgo, Mardulce e Interzona (Tumbona Ediciones).
*Rafael Toriz.

lunes, 5 de agosto de 2013

Un libro reúne las clases de Cortázar en Berkeley


Las clases de literatura que impartió Julio Cortázar en la Universidad de California, Berkeley (1980), fueron reunidas en un libro que deja al descubierto su modo desacartonado y cómplice de relacionarse con sus alumnos, alejado del academicismo, donde el tema en cuestión se entrevera con la política, la música y el cine.
"Tienen que saber que estos cursos los estoy improvisando muy poco antes de que ustedes vengan aquí: no soy sistemático, no soy ni un crítico ni un teórico, de modo que a medida que se me van planteando los problemas de trabajo, busco soluciones", dice el escritor entre las declaraciones de esas trece horas de charla volcadas ahora en un libro, recién publicado por Alfaguara.

Un trabajo realizado por Aurora Bernárdez y Carles Alvarez Garriga —responsables de la edición dePapeles inesperados (2009) y los cinco tomos de Cartas (2012)— quienes asumieron la tarea de publicar "páginas que no fueron escritas sino habladas, un conjunto que bien podría llevar por título `el profesor menos pedante del mundo`", dice el filólogo español en el prólogo.

Alvarez Garriga apunta que "el Cortázar oral es extraordinariamente cercano al Cortázar escrito; el mismo ingenio, la misma fluidez, la misma ausencia de digresiones", en referencia a las ocho clases que integran el volumen.

Los temas elegidos fueron: Los caminos de un escritor, El cuento fantástico I: el tiempo; El cuento fantástico II: la fatalidad; El cuento realista, Musicalidad y humor en la literatura, Lo lúdico en la literatura y la escritura de Rayuela; DeRayuela; "Libro de Manuel y Fantomas contra los vampiros multinacionales" y Erotismo y literatura.

Al hablar sobre los caminos del escritor, Cortázar menciona una primera etapa "estética"; una segunda "metafísica" y la tercera "histórica".

La revolución cubana, dijo a sus alumnos, lo llevó a darse cuenta, entre otras cosas, que "la condición de latinoamericano, con todo lo que comportaba de responsabilidad y deber, había que ponerla también en el trabajo literario".

La génesis de sus relatos fantásticos irrumpe en las charlas, en las que el escritor cuenta el origen caprichoso de algunos de ellos como "Casa tomada", nacida de una pesadilla personal una noche de verano.

"Los sueños han sido uno de los motores de mis cuentos fantásticos (...) no voy a venir aquí con una mesita de tres patas, pero a veces tengo la impresión de que soy un poco un médium que transmite o recibe otra cosa", desliza.

¿Cuál considera su mejor cuento? pregunta una alumna, a lo que Cortázar duda, no sabe que contestar. Y finalmente menciona a "El perseguidor", "una especie de bisagra" que lo hizo cambiar.

(...) "Un poco lo que el personaje de «El perseguidor» busca en el cuento, yo lo estaba buscando también en la vida. De ahí que casi inmediatamente después escribí Rayuela, donde traté de ir hasta el fondo en ese tipo de búsqueda", explica.

Algún cuento o fragmentos de estos, se incorporan naturalmente en las clases, al igual que el intercambio de opiniones con alumnos, y la aparición de algunos rasgos inherentes a su literatura como la música o el juego.

También el humor: "Cualquiera de los efectos cómicos que consigue Woody Allen en sus mejores momentos están llenos de un sentido que va muchísimo más allá del chiste o de la situación misma, contienen una crítica, una sátira o una referencia que puede ser incluso muy dramática como en sus últimas películas («Annie Hall`, `Interiores`, `Manhattan`)".

"Historias de cronopios y de famas" le sirve para mostrar su mundo lúdico con una selección de textos que ilustran "hasta qué punto jugar puede también tener a veces un poco más sentido que el juego mismo, que la gracia del chiste".

Un análisis que se destaca del conjunto de las charlas es el controvertido Libro de Manuel que le deparó a Cortázar tanto elogios como críticas y donde trata de articular dos conceptos: literatura e Historia.

"Es un libro muy flojo desde el punto de vista de la escritura, pero aun así estoy contento de haberlo hecho", confiesa a sus alumnos.

A continuación de las clases, divididas en capítulos, hay un apéndice con una conferencia sobre "La literatura latinoamericana de nuestro tiempo", editada en el libro "Argentina: años de alambradas culturales" (Muchnik); y otra publicada bajo el título "De gladiadores y niños arrojados al río", incluida en el volumen 6 de las Obras completas del escritor (Galaxia Gutenberg-Círculo de lectores).

Ambos textos contextualizan el tiempo en que Cortázar dictó esas clases, las preocupaciones políticas y sociales y los ramalazos de violencia de las dictaduras militares en Latinoamérica, en particular la argentina.

Dice Cortázar: "Los que escribimos hoy con un sentimiento de participación activa en lo que nos rodea, esos que algunos llamarán compromiso y otros ideología y que yo prefiero llamar responsabilidad frente a nuestros pueblos, esos escritores no pueden ni quieren hablar solamente de libros sino también de lo que está ocurriendo antes, durante y después de los libros en cualquiera de nuestros países".

En ese entonces el escritor sostenía que la literatura argentina, chilena, uruguaya oscilaba "entre el exilio y el silencio forzoso, entre la distancia y la muerte".
"Muchos de los mejores escritores argentinos están viviendo en el extranjero, pero algunos de entre los mejores no alcanzaron siquiera a salir del país y fueron secuestrados o muertos por las fuerzas de la represión: los nombres de Rodolfo Walsh, de Haroldo Conti, de Francisco Urondo están en nuestra memoria...".

martes, 30 de julio de 2013

Montañas de libros y un dedo sin nombre

ILUSTRACIÓN DE MAX.

El mercado editorial vive la consolidación de los grandes grupos de los países emergentes

Predominio de la publicación de libros educativos y profesionales


Publicada la nueva y más fiable clasificación de la edición mundial, realizada a partir de los datos de la consultora Rüdiger Wischenbart. En 2012, 59 grandes grupos de 16 países alcanzaron un volumen de negocio de 57 millardos de euros, lo que no está nada mal en estos tiempos. Las novedades se centran en la aparición y consolidación de grandes grupos editoriales de las naciones emergentes —China, Rusia, Brasil, India, Indonesia, Sudáfrica— y en el evidente predominio de la edición educativa y profesional. El primer puesto del ranking lo sigue ostentando la británica Pearson (6.913 millones de euros), cada vez más centrada en el negocio educativo. Random House (2.142 millones de euros y más de 10.000 títulos publicados), la filial de Bertelsmann, asciende de la 8ª a la 5ª posición del palmarés, favorecida por el éxito global de la serie Cincuenta sombras de Grey y por el control de la mayoría de Penguin (cedida por Pearson). Planeta (1.675 millones de euros), el primer grupo editorial español, desciende de la 6ª a la 8ª posición a consecuencia de la contracción del mercado interior y de la restricción a las importaciones de libros en Argentina, pero sigue presente en 25 países con más de un centenar de marcas diferentes. El segundo —y último— grupo español en la lista de oro es Santillana (734 millones de euros), la división editorial de Prisa, que ocupa el puesto 25º (el 24º en 2011) y logra bandear la crisis del mercado interno con un aumento estratégico de su penetración en Latinoamérica. En general, los megagrupos de los países más afectados por la crisis (España, Japón) son los que pierden posiciones respecto al año pasado, aunque la mayor movilidad se registra en la segunda mitad de la tabla, en la que abundan las editoriales de los países emergentes. Por lo demás, y según datos proporcionados por la Agencia Española del ISBN, la edición en nuestro país sigue adoleciendo de cierto minifundismo: el año pasado 21 sellos (el 0,6% del total), que publican más de quinientos títulos anuales, fueron responsables del 20% de todos los publicados; mientras que, en el extremo opuesto, otros 1.562 (el 47% del total), con un ritmo de publicación menor de 5 libros/año, totalizaron el 3% de los títulos.
Joyceana
Conmoción en el ultraconservador y cerradísimo gremio de los eruditos joyceanos por la reciente publicación por la editorial irlandesa Ithys Press de un “inédito” del autor de Ulysses (1922), quien afirmó haber introducido en su obra maestra suficientes “enigmas y misterios” como para mantener a los profesores ocupados durante siglos. El pequeño volumen, que se publica en edición de lujo de tan sólo 180 ejemplares (10 de ellos, diseñados por el artista sevillano especialista en “marmolado” Antonio Vélez Celemín, se venden a 2.500 libras), se titulaFinn’s Hotel y reúne un conjunto de prosas a las que Joyce llamó irónicamente epicletos (“pequeñas épicas”). Se trata de breves viñetas o cuadros narrativos de carácter serio-cómico que tratan diversos aspectos del modo de ser y de la historia de los irlandeses, y que fueron compuestos en 1923, quizás como distracción o descanso de la ingente dedicación al Ulises. Aunque algunas ya habían sido publicadas, ahora aparecen todas juntas y con el título unitario que, al parecer, les destinaba Joyce. Algunos eruditos creen ver en ellas esbozos o esquemas para Finnegans Wake (1938), aunque otros tienden a pensar que se trata de una obra distinta que fue rápidamente abandonada por el autor. El paso a derecho público de las obras de Joyce en 2011, cuyos herederos ejercían un riguroso control sobre los textos (recuérdese que Cátedra tuvo que retirar de las librerías su edición deUlises), ha provocado una pequeña avalancha de reediciones y nuevos comentarios. En España acaba de aparecer Sobre la escritura (Alba), una breve antología de textos joyceanos sobre el proceso creativo y sus aledaños en la que también se incluyen algunos fragmentos autobiográficos.
Accidente
Se habla a menudo de la RAE, pero rara vez para encomiar su decisiva contribución a la salud colectiva (y no me refiero a la intelectual). Lo cierto es que desde que la docta, longeva y todavía falócrata institución pusiera su diccionario en Internet y en abierto ha descendido ostensiblemente el número de accidentes laborales en el gremio de los escribidores y, en general, entre todos los interesados por la lengua común de casi quinientos millones de hispanohablantes. La última edición en papel y encuadernación de lujo (otro chollo para Espasa) fue la 22ª, publicada en octubre de 2001: su tamaño y volumen la hacían difícilmente manejable, y su peso (3,5 kilos) la convertía en un arma temible, sobre todo cuando se deslizaba por accidente de las manos o el atril y se estrellaba contra los sufridos dedos de los pies del usuario, causándoles todo tipo de moratones y estropicios. La última vez que sufrí uno de esos percances fue la semana pasada, cuando una interrupción del servicio de mi proveedor de Internet me llevó a consultar el ya arqueológico tomo, que guardo como reliquia en la estantería de los libros de consulta, muy cerca del imprescindible y (doblemente) voluminoso Diccionario del español actual (Aguilar), de mi admirado Manuel Seco y sus colaboradores, y de una vetusta edición delDictionary of Modern Phrase and Fable, de Brewer’s. Un tonto descuido provocó la caída del mamotreto y el consiguiente aplastamiento del cuarto dedo de mi pinrel izquierdo, causándome un considerable dolor que me suscitó un exabrupto casi tangente a la blasfemia, previo a que el apéndice (antes) articulado adquiriera un color cárdeno formado por una ilimitada gama de tonos entre el carmín y el azul índigo. Desde entonces mi susodicho dedo permanece enfundado en una férula protectora que impide su roce con el calzado, por lo que me siento algo más aliviado, gracias. Y, además, ya vuelvo a disponer de Internet, con lo que se aleja el peligro de una repetición del accidente. La paradoja es que recurrí al diccionario porque siempre me ha extrañado la inexistencia (o quizás desuso) de un término castellano que designe precisamente los dedos de los pies. Los ingleses tienen sus toes, los franceses sus orteils y los alemanes sus zehen, pero nosotros debemos conformarnos con el casi perifrástico “dedos de los pies”. Lo mejor de todo es que, con el regreso de Internet pude enterarme de que, además de los médicos, que lo utilizan frecuentemente, al menos en México y en Chile los lugareños que desean más precisión se refieren a los delicados apéndices como “ortejos”, sin duda un derivado de la misma raíz latina que orteil. El DRAE no recoge dicha palabra, lo que no deja de sorprender en un diccionario que se quiere panhispánico. Quizás fuera a cuenta de esa ausencia por lo que ayer tuve un extraño sueño en el que todas mis extremidades eran de palmípedo, incluyendo una coquetona membrana interdigital como la que luce con orgullo Leni, la amante de Josef K en El proceso (1925), tan bien interpretada por Romy Schneider en la peli (1962) de Orson Welles

via: EL PAIS

lunes, 29 de julio de 2013

Librerías, libros y discoverability




Las cuestiones planteadas en “¿Quién quiere un mundo sin librerías?” y en “Las librerías deben asociarse a bibliotecas y museos, y cerrar”, invitan, necesariamente, a preguntarse para qué sirven las librerías físicas (las de ladrillo y mortero, dirían en inglés) en la industria del libro y en la sociedad actual. Si no se puede responder con claridad y precisión a una pregunta tan simple, quedan dos posibilidades, que las librerías hayan dejado de cumplir el papel que alguna vez tuvieron o que estemos dejando de ver el que todavía cumplen.
Las librerías dejaron de ser lo que eran
Aunque no parece plausible que las librerías hayan perdido completamente su función dentro de la cadena de valor del libro, lo que sí es un hecho es que esta se transformó claramente; aunque esta transformación comenzó mucho antes de la llegada de Internet –a la que se le responsabiliza de lo bueno y de lo malo–. 
Desde el momento en el que los libros comenzaron a ser vendidos y comprados en puntos de venta no convencionales, la posición de las librerías cambió, ya no contaban con la comercialización exclusiva del producto para el que habían sido creadas y, además, debían competir con canales de comercializan con una lógica distinta y, muchas veces, más potentes y ágiles, por lo menos en lo que a estrategias de mercadeo y promoción se refiere. Sin embargo, esto no impidió que estas se multiplicaran –modestamente– y mantuvieran el aura de espacio cultural al que, por ejemplo, una gran superficie –a veces ni una misma cadena de librerías– podría aspirar. 
Posteriormente, las librerías tuvieron que enfrentar nuevos desafíos. Por una parte, las leyes que rigen el mercado contribuyeron a la aparición de los centros comerciales o shopping malls. De un momento a otro, esto sí que era difícil de prever, la gente empezó a frecuentar más espacios que concentraban el mayor número de tiendas posibles –y de opciones para gastar su dinero– y menos las calles, donde históricamente se ubicaban las librerías y otros comercios. Las que no pudieron trasladarse a los centros comerciales vieron cómo aumentó el valor del alquiler de sus locales, lo cual afectó su rentabilidad. 
Como si lo anterior no hubiera sido suficiente para vulnerar la posición de las librerías, el desarrollo del comercio electrónico –en cierta forma un fenómeno similar al de los centros comerciales– originó otra migración de potenciales clientes desde las librerías hacia un nuevo espacio de compra. Las tiendas o librerías virtuales, con Amazon como abanderada, llegaron para ofrecer a sus clientes una oferta casi ilimitada, una velocidad de vértigo en la entrega del producto y precios más convenientes. 
En resumen, a lo largo del tiempo las librerías perdieron su excepcionalidad y vieron reducida su competitividad, por lo que solo les quedó, aparte de mejorar su gestión del inventario y de la relación con los clientes, una cualidad que, hasta ahora, no posee ningún otro competidor y que podría ser la clave de su supervivencia en el presente y el futuro.

Lo compro en línea, si lo hojeo en la librería
El que las librerías hayan sido pensadas como lugares de exhibición y venta de libros puede que sea visto como un resabio del pasado, una época pretérita en la que todavía la gente se desplazaba a un lugar para adquirir un bien o un servicio; la lógica actual señala que los clientes no deben moverse de su casa. Pero si se toma en cuenta la preocupación que existe en torno a la discoverability de los libros en el mundo virtual, entonces puede que se entienda el papel que siguen cumpliendo las librerías físicas en la dinámica de compra y venta de los libros, tanto impresos como digitales. 
Recientemente Laura Hazard Owen, de la página paidContent, afirmó que la probabilidad de que un libro sea encontrado por su potencial comprador en Internet es muy baja; no importa que los lectores visiten redes sociales como Pinterest o Goodreads, esto no los lleva a descubrir libros. Para que no haya duda, el ser un visitante asiduo de redes sociales, especialmente de aquellas que muestran información sobre libros –bien sea la tapa de estos o una reseña que los valore– no se traduce en un mayor conocimiento de autores y títulos nuevos.
Los datos en los que Owen basó esta aseveración provienen de un estudio realizado por Codex Group y cuyo contenido fue compartido por Peter Hildick-Smith, fundador y director ejecutivo de Codex, durante su intervención “The Challenges to Book Discovery” en la Digital Book World Conference realizada entre el 15 y el 17 de enero de 2013. 
Según Hildick-Smith, quien habló del tema el año pasado en Frankfurt, el 61% de los libros que compran los clientes frecuentes –debe referirse a Estados Unidos– son adquiridos en línea, pero que solo 7% de estos clientes dice haber conocido o descubierto el libro en las redes sociales. Ya en Frankfurt había dicho que tomando en consideración que los lectores descubrían nuevos títulos y nuevos autores visitando las librerías físicas, en un mundo digital la discoverability era casi inexistente.

En búsqueda de la visibilidad perdida
A pesar de lo paradójico, aparentemente son pocos los que dudan que las librerías jueguen un papel primordial en la visibilidad de autores y títulos. Tanto es así que en el mercado editorial estadounidense la preocupación frente a la poca efectividad prescriptiva de las redes sociales y de las librerías digitales se ha tornado acuciante con la noticia de que Barnes & Noble, una de las mayores cadenas de librerías del país y propietaria del lector Nook, tiene problemas financieros. El cierre de algunas de sus tiendas o, peor aún, la desaparición de esta cadena supondría una merma a la ya reducida discoverability. 
Este escenario ha llevado a que distintos expertos propongan posibles soluciones al problema de la disminución del número de librerías, algunas de las cuales –más o menos combinadas– pueden enumerarse de la siguiente manera:

  • Los editores deberían apoyar a las librerías. Entre las posibles estrategias de apoyo estaría la de ofrecer descuentos en el precio de los libros en días especiales, a la manera en la que lo hace Amazon.
  • Las librerías deberían fortalecer su rol de prescripción desarrollando una presencia sólida en Internet. Esto no pasa exclusivamente por tener una página en la que se puedan ubicar –además de comprar– todos los títulos que se encuentran en venta  sino, sobre todo, producir contenido para contribuir a que los lectores descubran a nuevos autores y nuevas obras; un buen ejemplo de esto es la librería Eterna Cadencia. En este punto es interesante revisar la recomendación que hace Matthew Baldacci, vicepresidente y editor de la editorial Saint Martin. Para este editor es necesario contar con más críticos “poderosos” en línea, pero no que sean profesionales sino amateurs, como aquellos que se pueden conocer en una librería. ¿Pero Goodreads no está lleno de críticos no profesionales y aun así no alcanza un gran nivel de prescripción?
  • Trasladar las librerías adonde van los lectores: a las bibliotecas y museos. Esta estrategia apuntaría a aumentar el valor que tiene la librería como espacio que da visibilidad al libro y fomenta su descubrimiento.
Sin importar lo que pase con Barnes & Noble o las medidas que se adopten, sin librerías los lectores no saben qué buscar en línea, pues, como dijera Martha Nussbaum acerca del leer la prensa en línea, “Internet… solo te da aquello que buscas, y puede que no sea lo quieres saber”.
Post Scriptum: después de terminar de escribir este texto, he leído Is “Discoverability” Even A Problem?, donde Brett Sandusky, reflexionando acerca de si la discoverability es un problema para los editores o no, parece ofrecer argumentos a favor de que las librerías tienen un rol que cumplir y que difícilmente pueda ser asumido por algún otro agente: “Nothing will ever replace building authentic, two-way relationships with customers and readers. The nature of how consumers make purchase decisions has made this an essential component to the transaction. No algorithm can replace that relationship. And, it is too late to assume otherwise.”

Entrevista a Pablo Maire en Lecturas Ciudadanas




Lecturas Ciudadanas entrevistó a Pablo Maire, destacado artista visual y poeta chileno que, como ocurre muchas veces en nuestra escena artística, vive lejos de Chile (en la ciudad de Lima) y desde allá desarrolla un trabajo interesantísimo que mezcla política, género, sexualidad y vértigo utilizando diferentes elementos artísiticos para desarrollar una obra que en todos sus aspectos, ya sea desde la fotografía, la escultura, la pintura, la performance, siempre dialoga y se mueve dentro de si misma con elasticidad y desgarro. 

Por Angela Barraza Risso


1.- Considerando que eres chileno y que resides en Perú, ¿cuál es tu relación con el territorio en virtud de la creación?


El territorio es mental y la mejor definición es la del “ilegal” más que residente porque debo cruzar cada cierto tiempo la frontera para volver a ingresar como “turista”. Increíble, si piensas que en el modelo, los productos circulan sin grandes inconvenientes y las personas están sometidas a un tipo de régimen que les impide el libre tránsito, sea cual sea su objetivo. 

El Perú es un país de fiesta, al contrario de Chile. Acá encuentras en distintos lugares fiestas religiosas, patronales, festividades, la música, la danza, un sinfín de manifestaciones que generan entusiasmo, una suerte de catarsis colectiva de la que, en gran parte, Chile carece. Pienso, cómo una sociedad se descomprime de lo cotidiano y entra en transe, porque acá no es nada complejo agendarlo y visualizarlo. Entonces toda esa colectividad de imaginario se te presenta como una posibilidad de ir pensando, ideando una obra o un trabajo artístico. Lo planteo desde mi experiencia y cómo ella ha permeado mis propuestas en el tiempo que vivo en Lima, porque esta concurrencia de experiencias puede sin duda develarse en otros territorios con disímiles resultados, es decir, esa metáfora tan famosa de Lautremont “bello como el encuentro fortuito, sobre una mesa de disección, de una máquina de coser y un paraguas” podría resumir de manera sublime la potencia creadora de un individuo - no sólo en el arte – en cualquier espacialidad. 

Así tomo el tema de Chile o Perú, algo fortuito. Me quedo con la reflexión de Schopenhauer: “Cuantas menos razones tiene un hombre para enorgullecerse de sí mismo, más suele enorgullecerse de pertenecer a una nación“.


2.- Hablando de tus esculturas, ¿cuál es tu relación, tu vínculo con la muerte?


Siempre uno se plantea un eje articulador en su trabajo. Algunos lo hacen con el tema de la luz, personajes, figuraciones, representaciones, materia, volumen, temáticas, trazos, etc….Pensé en cómo un elemento arquetípico podía formar parte de un imaginario que, teniendo vínculo con la muerte, pudiera resignificarla y darle un valor distinto, un simbolismo alterado que puede argumentar una obra remitiendo a una recreación factible y en lo posible mantuviera una pulsión que le diera vitalidad. Mi trabajo tiene que ver con la alusión de la elución, del choque que aturde, del lado “siniestro” de las cosas. Evitamos que nos enrostren la muerte y más de manera tan grotesca.

Es paradojal que algo hueco pueda generar una sustancia discursiva y ella fuera transitando de distinto modo y expresiones. Cada una la considero una resurrección, una representación que se mueve en una nebulosa, en una formación permanente. Pudiera ser presumido decir que me encuentro abocado en la construcción de mitos, pero sin duda algunos trabajos rozan esa construcción más primitiva del hombre, porque me perturba y me iré derechito al lecho con grandes incógnitas, no de mi trabajo, sino de nuestra conformación. 





3.- En tu serie de pintura “Dictadores L.A” vemos una clara referencia a la opresión sufrida en América Latina por la Operación Cóndor. Sin embargo, contrasta la brutalidad de las imágenes con la vitalidad de los colores. ¿Cuál es para ti el vínculo discursivo que existe en estas dos formas de comunicar (color/imagen) y cuáles son tus influencias a la hora de desarrollar esta obra? 




No me aboqué tanto a la Operación Cóndor, sino a los dictadores más significativos de América Latina en nuestra historia reciente. Son 12 cuadros del mismo formato. El conjunto por lo demás es la sumatoria y complemento de un dictador con otro, es decir, el cuadro de Banzer bien podría ser el de Batista y así sucesivamente….cada quien procederá a complementar los lienzos. Los contextos son imaginario propio, en algunas se alude a la participación de la Iglesia Católica, lo cavernario de los dictadores, su participación directa en la muerte, una desnudez que evidencia sus desgracias y la desgracia también de las víctimas. Los cráneos una vez más son un eje articulador, una insistencia en re-emplazar el centro de nuestra conciencia por un elemento finito, engañosamente blanco e inanimado. Me dice un amigo, parece una representación de nuestra enajenación, un mundo desolado y vacío. Como tú señalas, la contrariedad o paradoja de un color que explota y alumbra algo que origina penumbra. Es justamente el color que apoya y ensalza la dramatización y anima la representación. 






4.- Tanto en tu pintura, como en tu trabajo fotográfico, existe un vínculo entre lo brutal y lo sexual, una oscilación entre el eros y el tánatos que genera, a ratos, incluso un asco psíquico al espectador. ¿Cuál es tú visión de la sexualidad y por qué generas ese vínculo en tu obra?


Pocas veces me creen cuando digo que mis trabajos tienen que ver más con lo amoroso que con lo brutal, como en Autorretratos, donde el cuerpo se excede y expone en circunstancias “nada clichés” su rendición erótica u homoerótica, pero entiendo que quien observa se ve cuestionado, intimado, aludido, reflejado. Todo esto acompañado con algunos animales muertos que encontré frente al mar donde habito, escenificando un sacrificio u ofrenda religiosa. Es el primer momento el que más uno tiende a apreciar el arte, ese simple me gusta o me disgusta y ya en un segundo instante entra la explicación un poco más racional, argumentativa. Imagina que el cerebro es como la corteza de un árbol, lo nuclear por así decirlo viene de nuestro ser más primitivo y las últimas capas de nuestra racionalidad. “Lo desconocido, decimos, está en el terreno de la monstruosidad…”, dice el poema. 

Por ejemplo, Autorretratos tiene mucho de grotesco, de una pulsión que emerge entre lo cotidiano y la inmortalidad, es un juego lúdico muy próximo a la experiencia chamánica donde el cuerpo asume un estado más complejo, menos prejuiciado y cuando el espectador es invitado al proceso se resiste porque la sexualidad está permeada de castigo, de norma, de compartimentos estancos. Voy creando un viaje donde se van representando diversas situaciones, contextuadas en un universo posible y el erotismo como pulsión creadora emerge en casi toda la serie. No será la última vez donde alguien me señala que el trabajo genera rechazo y también un cierto encanto, al parecer posibilidades bipolares de ser halladas. 

El cuerpo es un resumidero de condicionamientos, de vigilancia que agudamente explica Foucault en sus textos. Y cuando ese cuerpo asume un rol erótico, es doblemente sancionado, porque se aleja del control. Pero aún más cuando no tiene que ver con la hétero-norma. En mis trabajos trato de liberar las contenciones heredadas y armar un entramado lúdico, sexualizado, homosexualizado, porque con eso, pienso en borrador, armo una tensión visual entre “lo normal” y “lo anormal”, entendiendo a esto último como la realización de acontecimientos que explica el grupo controlador. Por lo tanto, si entiendo a la sexualidad como un componente movilizador, dinamizador, ella estará presente en las distintas disciplinas que intento abordar y no de cualquier modo, pues (subrayo) pretendo, sólo pretendo sea un discurso no domesticador o, mejor planteado, contra la domesticación de un discurso dominante y homogenizador. 




5.- En tu trabajo fotográfico, específicamente en la serie “Erótica mitológica” podemos observar un eje discursivo que, claramente explicita la erotización homosexual, en donde el falo, en sus diversas manifestaciones, cumple un rol protagónico y los hombres se llevan a la máxima expresión de lo femenino a través del travestismo. Sin embargo en tu trabajo, cuerpo femenino se encuentra totalmente minorizado. ¿Cuál es tu visión respecto del cuerpo femenino? ¿Por qué se encuentra particularmente ausente?



Erótica Mitológica fue una serie fotográfica que en gran medida surgió a partir del diálogo e intertextualidad del erotismo manifestado en ilustraciones japonesas de los siglos XVII – XVIII que retratan a parejas o grupos en práctica sexual evidente o sugerida y de figuras eróticas efectuadas por diversas culturas precolombinas en el Perú a través de un entramado semiótico relevante, pero que en Erótica Mitológica recae y se acota en un imaginario andino manifestado principalmente a través de su indumentaria (vivificada en la sierra peruana), el género como condición identitaria y el juego lúdico y plástico que nos permite la pulsión erótica, todo esto en un ambiente teatralizado en modos cuidados.


No siento que el falo esté sobre-representado en el trabajo, con toda la carga simbólica que posee, principalmente la violenta e irruptora, la que somete y relega otros cuerpos, pero sí quería generar un diálogo con aquellas ilustraciones en más de alguna fotografía (creo que en mi caso dos a tres) el falo tenía que estar representado. Las sociedades antiguas lo asociaban a la fertilidad, basta con observar los huacos que diversas culturas poseen con la figuración fálica. Acá en Lima existe el Museo Larco que posee una Sala Erótica y un sinnúmero de figuras que no dejan en absoluto de ser contemporáneas, claro está, con nuestras cargas. Ahora bien, la pregunta formula la relación diádica entre presencia y ausencia, es decir, falo en relación a cuerpo femenino y eso creo que en el trabajo lo “equilibré” y rehusé en gran medida el cliché y la típica representación también de lo femenino, que en Erótica Mitológica recae principalmente en la transexualidad, sin excluir al cuerpo femenino (apareciendo en cuatro fotografías). ¡¡Perdón por cuantificar!! Me propuse que los elementos en juego fueran dando espesura al trabajo, manifestado en el gesto performático de los retratados (hétero, homo, trans), del color de las prendas, la muerte como pulsión mediante el empleo de animales muertos o partes de ellos como tripas o lenguas, lo religioso como ámbito muy representativo en el mundo andino. Verás la recurrencia de algunas imágenes, como la Lechera de Vermeer, pero esta vez en un cuerpo travestido vertiendo su líquido sobre otro cuerpo travestido, o la Piedad de Miguel Ángel, esta vez en cuerpos travestidos, asomando el desnudo total y hasta la mirada indiferente de la muerte.

Pienso que no hay final porque no se trata de redenciones, sino de alteraciones, no es un trabajo confesional, sino libertador y en donde no entran sólo dos personas (confesor y confesado) a develar sus deseos masturbatorios, sino pulsiones elementales, más complejas y nutritivas, no se trata de la verdad porque el arte no versa sobre ella, cómo en este trabajo una pulsión se fusiona con otra para dar continuidad a esa misma fusión (eros y tanatos), cómo explora la sexualidad de otro a través de una representación artística, la posibilidad del conflicto y la armonía circundante que genera un trabajo con estos acentos. Todo es móvil. 





6.- Respecto de tu obra como poeta, ¿A quién le escribes? ¿Cuál es tu público lector?, y si pudieras acotar algo respecto de tu obra, una aclaración, un pequeño instructivo, ¿qué podrías decir?


La poesía, pienso, intenta abordar el misterio con el único propósito de hacerlo crecer y esto se traduce en el poema. Desde ese punto de vista me permito hacer el ejercicio idealizado de hallar una manera más o menos comprensible del mundo y amparado en el lenguaje, reinterpretarlo. Porque el poeta, pienso, siempre está situado (aquí y ahora), aún con la amarga sensación de encontrarse escindido de la realidad, esa que le aflige. Es decir, es un ser (o soy un ser) que escribe, esto es pensar y sentir, para la parte de un mundo capaz de otorgar una supra-noción al existir, le importa tanto como al poeta su forma de lenguajear para crear lenguaje. 

Una de mis principales influencias ha sido la obra de César Vallejo. A mí modo de ver uno de los poetas universales de mayor capacidad rupturista. Es cosa de sentarse a leer Trilce y quedar locamente asombrado. No hay que olvidar que su primera edición es del año 1922. Cada verso es una reflexión compleja, muy hermética, como si en la actualidad siguieran ocurriendo, un decanto ilustrado y preclaro. Un texto muy contemporáneo y eso es un valor indiscutido cuando se analiza la obra de un poeta o artista. Sus otros poemarios, Los Heraldos Negros, Poemas Humanos, España aparta de mí este Cádiz son todos tan exquisitos que ninguno secunda al otro. Mi primer poemario (“Escribí estos versos de Espalda”) tiene una base indiscutida en la conversación que establezco con Vallejo y su obra.

Mi segundo poemario (“Ombligos”) invita a la mesa a W. Whitman, A. Rimbaud, B. Brecht, P. Neruda, A. Artaud y muchos poetas surrealistas. Es una influencia dispersa en discursos y poéticas. La cuestión eso sí es tener una postura en tu tiempo, en entender que la poesía tiene un lugar irreductible en el mundo y el valor reside en la voz del poeta, en su intimidad revelada al mundo capaz de trasformarlo, de hacerlo un espacio reflexivo, es decir, lo que sucede no es para dejar inmutable a nadie. Y hay un tercer poemario que dará a luz quizás cuando y dialoga con T.S.Elliot, E. Lihn, J. Sabines y más macizamente con Luis Cernuda. Es una mirada un poco abatida del poeta, pues siente que el mundo ya terminó y su gloria le fue arrebatada. Un sentimiento agónico que ni en el desespero la religión fue capaz de sublimar. Algo desalentador.

Si hay conciencia del trabajo poético y artístico, así como Baudelaire dictó conferencias catastróficas en términos de audiencia, nuestro público será reducido no por antojo, sino porque los intereses están puestos ciegamente en objetos de consumo que logran ser más trascendental al ser humano, alienado. Se conjugan distintas problemáticas: acceso, economía, cultura, interés, etc. Por tanto, por más que se fije un público ideal de tu obra, mediarán esas cuestiones sociales y será muy resumido.

Mis dos poemarios, “Escribí estos versos de Espalda” de Ediciones Cataclismo y “Ombligos” de Editorial Fuga, pueden ser descargados y leídos desde mi página. Quien tenga un modo distinto de interpretar los trabajos, helos ahí. 




7.- De todas las disciplinas que practicas, ¿Con cuál comenzaste tu producción y cómo? y ¿Con cuál te quedas y por qué?


Bueno, el primer recuerdo es la escritura. Creo que los relatos y cuentos fueron mi acercamiento a la expresión artística. En el campo visual fui bien reprendido y castigado con evaluaciones mediocres, lo que me desanimó profundamente. Crecí con la idea de que “lo que articulaba” estaba mal configurado y debía escindirme de ese mundo, es decir, mi discurso, por muy pequeño que fuera, era invalidado. Así que decidí retomar el ejercicio del imaginario visual en mi adultez para ir pensando algunos trabajos ya hechos y otros que aún mantengo en carpeta. 

El tema es que en cada expresión empleo potencialidades distintas y el uso de la materialidad en cada una viste un discurso nutrido de formas diferentes. De modo tal los valores que asigno a cada tipo son indistintos y en parte me guío por el entusiasmo, sustantivo que proviene del griego enthousiasmós, que significa etimológicamente algo así como “rapto divino” o “posesión divina”, es decir y como creían los antiguos, uno actúa como un poseso en la creación. Me muevo así, literalmente, cosa que en mi caso distribuye las energías según las condiciones esenciales de la posesión. Un tiempo es la poesía otro tiempo la fotografía, otro la pintura o escultura. Así que optar por una expresión en detrimento de otra, hoy por hoy, no se encuentra en el tablero de las posibilidades.




8.- Atendiendo a la contingencia de los problemas limítrofes entre Chile y Perú, ¿cómo vive un chileno en Lima? ¿Te has sentido discriminado en algún momento por tu nacionalidad? ¿Has sentido que eso merma tu trabajo artístico en Perú de alguna forma?


La verdad es que desde que llegué a vivir a Lima no he tenido problemas. Lo más “violento” podría ser cuando suponen tu procedencia sureña guardan silencio frente a una pregunta. Siento que en Chile al peruano se le maltrata y los discursos prejuiciados abundan, como si ese miedo estuviera representado en “otro” distinto, en alguien que no conozco, y peor, ni quiero conocer. La basura mediática promueve y orquesta de igual modo el desprecio a otro, escalando así la ignorancia y reproduciendo socialmente discursos proto-discriminadores. Al menos mi experiencia ha sido grata viviendo acá.

En torno a lo artístico, pienso que el principal obstáculo para exponer en algunos circuitos ha sido mi imaginario. Cuesta, en sociedades conservadoras como las nuestras, exponer trabajos donde lo erótico, lo político o mi imaginario tengan tanta contundencia en sus representaciones. Además, las clásicas argollas, grupos de elite y círculos cerrados existen con más fuerza acá (y cuando uno habla de un círculo en el arte lo que dice en el fondo es grupo de poder) porque los espacios en vez de aumentar decrecen y en muchos la usura es un pensamiento que adquiere más fuerza. Lo que resta son los espacios virtuales, las publicaciones en revistas, las redes sociales y las muestras colectivas. Algo saturado eso sí escuchar: ese arte no es para acá, sino Europa. 




9.- Considerando que tu trabajo artístico se fundamenta en la explicitación de temas que, aún son considerados tabú en muchos segmentos de la población latinoamericana, como lo son el sexo y la muerte, ¿cómo esperas que sea recepcionado tu trabajo en el futuro? ¿Sientes que nuestras sociedades, tanto la chilena como la peruana, son tan conservadoras como se plantean respecto de sus políticas de estado en cuanto a la administración de los cuerpos?

Las dos sociedades comparten similares valores, una de otra no mantienen diferencias abismales, podría una ser la otra sin causar daño en sus estructuras valóricas. Muchos símbolos poseen un mismo cogollo, la religión aún mantiene un status, para mí absurdo, pero no deja de persistir en legislar, normar, castigar, desplazar, etc, aquello que “burle” la norma y visión que en definitiva estructura la relación entre los seres, más grave aún la consolidación de una clase política ordinaria (es decir ajena de lo extraordinario) que asiste entusiasta y anima la perpetuación de un régimen esclavista, rígido, censor, adiestrador de sus habitantes. Uno y otro nuevamente símiles. Si pensáramos que la idea de conservar el amor por ejemplo, la libertad sin letra chica, si quisiéramos conservar una educación justa y sin arbitrariedades, un arte irreverente y loco, el concepto no podría ser sino una fuente de desarrollo inimaginado para una sociedad, pero es la antítesis de una puesta y apuesta en torno a perpetuar lo ilegítimo, la barbarie, el individualismo y la borrachera del consumo y el gasto. Son dos sociedades que pensándose muy distintas en el sustrato, tienen un esqueleto artrítico que toma sombra bajo un mismo árbol.

Perú lidera según una última encuesta como el país más homofóbico de América Latina. Sus espacios son clausurados por el aparato del Estado al considerarlos lugares de reclusión para la prostitución, cuando paradojalmente ella no es delito. La caricatura del Homosexual es utilizada a en la Televisión basura, considerando eso un discurso despreciativo de un modo inconciente que se mofa de lo femenino. Es decir, por tratarse del espacio público, cierto tipo de caracterización es aplaudido y estimulado en detrimento de una libertad sexual y corporal que se circunscribe a un territorio individual. Los ascos a la diversidad de género y sexual, traducidos en violencia física y sicológica, en distintos grados de contención, son en ambos territorios visibles y dimensionables. No sólo desde lo social se invisibiliza, sino además de lo sexual. Ello porta un riesgo evidente en la vulnerabilidad de derechos de minorías que no son minorías en estricto sentido, empujándo(nos) a un leprosario sociosexual. Imagina que en torno a la mujer, agredida en el espacio íntimo y colectivo, impedida de su legítimo derecho al dominio de su cuerpo, durante la dictadura fujimorista miles de ellas fueron esterilizadas sin consulta para el control (de una población de bajos ingresos) de la natalidad, o sea, creo que esta escenificación de la tragedia es fácilmente transmisible a lo que sucede bajo la administración de un dopaje más refinado que, bajo el adormecimiento, ampara la violencia de género sin que ello alarme mucho y sólo quede relegado a los “anecdótico” de lo terrible.

Mi trabajo ha ido cobrando fuerza, en el entendido que para que ello suceda es importante tener un público receptor amplio y diverso. Las redes han sido un aporte importante, pues los espacios galerísticos o afines tienen más reticencia a mostrar un arte tan confrontacional e inquietante como otros han definido mi propuesta. Sigo recreando y pensando el mundo. Para mí el arte tiene que ver con la reinterpretación de la “realidad”, creando una naturaleza distinta de las cosas y eso puede tomar años de trabajo con altas dosis de tolerancia a la frustración, pero el territorio se ha ido diseminando, lentamente. 


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Todas las fotos corresponden a las series mencionadas en la entrevista, para mayor información de cada una de ellas y para ver en amplitud el trabajo de Pablo visita el blog: